Un informe revela
nuevos detalles sobre los abusos sufridos por las mujeres halladas
desnudas en un cuartel de la División Al Hamza, una de las facciones
islamistas de las que se sirven los aliados turcos del Gobierno español
para perpetuar la ocupación de varias porciones de Siria. Se sospecha
que, tras ser devueltas a sus captores, pudieran haber sido transferidas
a Turquía.
Captura de imagen del vídeo que captó el momento en el que las
mujeres fueron sacadas del cuartel de la División Al Hamza, en
Siria.
FERRAN BARBER
5 de agosto 2020
Ocho mujeres (una de ellas, con un recién nacido)
fueron encontradas el pasado 28 de mayo en una celda de un cuartel
militar de la División al Hamza, una facción militar de
ideología yihadista afiliada al Ejército Nacional de Siria, que
respalda Turquía. Fue una mera coincidencia que un puñado de
personas indignadas irrumpieran en el edificio situado en la ciudad
siria de Afrin, tras un ataque llevado a cabo por los
mercenarios de Al Hamza contra una tienda en la ciudad. A tenor de
ello se supo que eran mantenidas bajo arresto desnudas y en unas
condiciones deplorables.
Las mujeres fueron entregadas a la Policía Militar
del Ejército Nacional de Siria para que fueran llevadas ante
un tribunal, si es que en verdad pesaba algún cargo conocido sobre
ellas. Las pesquisas llevadas a cabo por la organización Syrians
for Truth and Justice (STJ) apuntan ahora a que, en su
lugar, se entregaron a la Policía Militar de Afrin, quien a su vez
las devolvió a sus captores de la División Al Hamza, quienes las
condujeron a un lugar desconocido que, en opinión de la STJ, bien
podría ser Turquía. Esta organización ha recordado que, si así
fuere, se hubiera producido una grave violación del artículo 147 del
Convenio de Ginebra.
A partir de los datos obtenidos gracias a quince
testigos de los hechos, la organización ha logrado identificar a las
detenidas que aparecen en un vídeo filmado en el momento en el que
la Policía Militar las sacaba del cuartel de la División Al
Hamza. Estas son las hermanas Lonjen Abdo y Rojen Abdo; Roshan
Amouni; Haifa Al Jasim; Nowruz Abdo; Rokan Munla; Aren Deli y Nadia
Suleiman. Se sabe, asimismo, que había otras tres chicas en el
cuartel.
¿Cómo fueron halladas? Según el citado informe de
STJ, el 28 de mayo de 2020, miembros de la División Al Hamza
desplegados en la ciudad de Afrin atacaron y asesinaron a un
desplazado del este de Ghouta con rifles de asalto y granadas.
Durante el ataque, murió también un niño y fueron heridos otros
cuatro, lo que provocó la ira de un puñado de civiles armados,
también del este de Ghouta. La turba rodeó y asaltó el cuartel
general de los mercenarios de Turquía en la calle de Al Mahmudia. Su
propósito era arrestar a los atacantes. Sin embargo, estos lograron
escapar por la puerta trasera del edificio que ocupaban, dejando
tras de sí a las mujeres que habían secuestrado.
Los civiles entregaron a las chicas a la Policía
Militar pero ésta, según la STJ, las volvió a poner en manos de los
mercenarios que las tenían en su poder dos días después. Un agente
indicó a los activistas de la citada organización que habían sido
arrestadas bajo la acusación de espionaje y de pertenencia a las
milicias kurdas YPG y PKK. Fue también un policía el que sugirió
que pudieran haber sido transferidas a Turquía, lo cual es una
práctica común, tal y como han podido atestiguar varias
organizaciones de derechos humanos.
Momento en el que arde el cuartel de la División Al Hamza, en Afrin,
tras el ataque de un grupo de civiles.
La división Al Hamza fue el resultado de la fusión,
en 2016, de cinco brigadas del norte rural de Alepo. Esta
forma hoy en día parte del Segundo Cuerpo del Ejército Nacional
Sirio, respaldado por Turquía. Opera bajo el Gobierno sirio
provisional formado a través de la coalición siria de la oposición
que respalda Occidente. Esta y otras facciones islamistas como
Sultan Mehmet o Sultan Murat se han convertido en dignas herederas
del ISIS. Mientras el Estado Islámico dejaba caer hace unos días su
última fanfarronada sobre Al Andalus, mercenarios de grupos como la
División Al Hamza siguen violando, encarcelando y asesinando a
mujeres kurdas, yazidíes y árabes. Y todas tienen algo en común: son
utilizadas para perpetuar la ocupación del norte y el este de Siria
por los "más que amigos" turcos del Gobierno español.
Felicitaciones españolas
No es la primera vez que funcionarios de nuestro país
dan abiertamente apoyo a alguna de las actividades militares que han
provocado estas flagrantes violaciones de los derechos humanos.
"¿Apoyo a Turquía? Nuestra unidad trabaja 24/7 para mostrar el
compromiso de España y la solidaridad con nuestro aliado", tuiteaba
la Representación Permanente de España en la OTAN el 7 de octubre
del pasado año. Incluso la Prensa ultranacionalista turca se hizo
eco de ello, mientras se congratulaba de la lealtad inquebrantable
de sus amigos de Madrid. El apoyo mencionado hacía referencia al
trabajo de los militares españoles que, en el marco de la OTAN,
custodian la batería de misiles Patriot en la base aérea de
Incirlik, de donde parten algunos de los aviones turcos que han
asesinado a decenas de civiles durante los últimos meses.
El
romance entre los dos estados mediterráneos sigue vivo. Turquía fue,
de hecho, el segundo país después de Chequia que atendió la llamada
de socorro realizada por el Gobierno español cuando estalló la
crisis sanitaria del coronavirus. Hace solo un par de días, la
ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González, aseguraba en
declaraciones a la agencia Anadolu que Turquía "es más que un socio
y un amigo; es un aliado".
Se dio la circunstancia de que el tuit de la oficina
española de la OTAN fue publicado muy oportunamente el mismo día en
que Turquía volvía a invadir los territorios del norte y este de
Siria conocidos como Rojava con el beneplácito del presidente Donald
Trump y en contra del criterio de los asesores y militares
norteamericanos que habían combatido los años precedentes contra el
Daesh junto a una coalición de fuerzas árabes, asirias y kurdas
(conocidas por las siglas inglesas de SDF), la misma unidad al que
el irracional inquilino de la Casablanca traicionó, para regocijo
del presidente turco Erdogan.
Trump desbarató en tan solo unas horas todo el
sacrificio de quienes entregaron su vida o combatieron durante años
contra el ISIS para construir un proyecto democrático que, por
primera vez en la historia de Oriente Medio, hablaba, entre otras
cosas, de derechos de la mujer o de lucha contra el sectarismo
religioso. Y todo ello sucedió prácticamente en medio del silencio
de la Prensa internacional, cuyo interés por el acontecer de Siria
se ha reducido casi a cero, a medida que el conflicto se ha
enquistado como un tumor maligno e incurable.
Cuando se acaba de cumplir el sexto aniversario del
genocidio yazidí, el medievo ha vuelto, aunque hayan cambiado los
nombres de las franquicias yihadistas que patrocinan las cacerías,
las violaciones, los raptos y los asesinatos de mujeres. Esta
semana, varias organizaciones como la citada Syrians for Truth and
Justice o Rojava Information Center han dado a conocer nuevos datos
acerca de agresiones cometidas por los grupos islamistas que
respalda Ankara en ciudades ocupadas por los turcos como Afrin o
Serekaniye.
Desde el 20 de enero de 2018 al 1 de junio de 2020,
al menos un centenar y medio de mujeres de todas las edades han sido
secuestradas y encarceladas con falsos cargos por el estado de
Turquía o sus milicias islamistas. Catorce de ellas fueron
asesinadas en el transcurso de su cautiverio. Gracias, entre otras
cosas, a los testimonios de las pocas que fueron liberadas -casi
siempre, tras pagar un rescate- se ha sabido también de la
brutalidad y la violencia sistemática que ejercen sus carceleros.
En las prisiones de las milicias pro-turcas se han
documentado torturas, violaciones y abusos que en nada difieren de
los cometidos por el ISIS en las zonas yazidíes de Sinyar (Irak) u
otras zonas de Siria, durante la época del califato. Algunas de sus
víctimas son, de hecho, también yazidíes, aunque el grueso son
kurdas a las que se acusa de colaborar con la Administración
Autónoma del Norte y el Este de Siria, o con alguna de sus milicias.
A una mujer árabe se la arrestó bajo acusación de haber trabajado
como sanitaria en un hospital gestionado por los kurdos.
Desde octubre pasado, se conocen los casos de al
menos dos niñas de los territorios ocupados por los aliados de
España que fueron forzadas a contraer matrimonio. Fatima Mohammad
Jalil, de 14 años, fue obligada a contraer matrimonio hace diez
meses con un miliciano del Ejército Nacional de Siria. En diciembre,
una chica de 16 años fue igualmente casada por la fuerza con un
miembro del grupo rebelde Ahrar Al Aharqiyya. Las familias de las
chicas que trataron de impedir las bodas han sido amenazadas de
muerte.
Tan solo en Afrin, la organización Syrians for Truth
and Justice ha documentado los arrestos arbitrarios de 21 mujeres
desde principios de enero a finales del pasado mes de junio, y entre
ellas, las chicas que ahora se hallan en paradero desconocido. Todas
fueron encarceladas por el Ejército Nacional de Siria y la Policía
Militar sin que se presentaran claros cargos contra ellas y sin que
sus familias fueran informadas acerca del lugar de detención.