Fuentes: Rebelión
- Imagen: El padre Pedro, a la derecha,
en una marcha por la defensa de los
migrantes.La voz de Pedro
Pantoja siempre llevaba fuego cuando de
denunciar la violación a los derechos
humanos de las personas migrantes se
trataba: “El migrante es un muerto en
vida que camina sin nombre y sin
entierro».
Oriundo de Durango, el padre Pedro
Pantoja Arreola nació en El Ejido San Pedro
del Gallo. Sacerdote que formó parte de la
corriente católica de la Teología de la
Liberación. Fundador de la Casa del Migrante
de Saltillo, el padre Pedro como era
conocido por la comunidad migrante, por
obreros y campesinos fue más allá del
ritual de la sotana y la investidura
sacerdotal y se entregó a la lucha por la
defensa de los derechos humanos de los más
explotados del sistema sin detenerse a
pensar en nacionalidades, colores de piel o
credos; acción que muchas veces puso su vida
en riesgo.
Un mil usos en los asuntos de la defensa de
derechos humanos, así como oficiaba misa,
iba a visitar enfermos a los hospitales,
visitaba las cárceles, participaba en
conferencias sobre derechos humanos,
denunciaba injusticias ante la ley y
brindaba refugio físico y espiritual en la
Casa del Migrante a los miles de
indocumentados que cruzan México en su
búsqueda de sustento en Estados Unidos. De
la misma forma buscaba apoyo económico con
empresarios, comerciantes y con cualquiera
que quisiera brindar ayuda a personas en
necesidad. Colaborador puntual en la
Caravana de Madres Centroamericanas, que
llegan anualmente a México en búsqueda de
sus hijos migrantes desaparecidos.
Marta Sánchez Soler, de Movimiento
Migrante Mesoamericano:
“Será
muy extrañada – entre sus muchas otras
cualidades- su clara inteligencia que no se
dejaba nublar por la religión. Siempre se
podía confiar en sus análisis aunque no se
compartieran sus creencias religiosas. La
sátira y el buen humor eran su sello
personal. Me atrapaba su ingenio y sobre
todo su absoluta congruencia.Extrañaré mucho
a mi amigo don Pedro Pantoja.”Se
enfrentó al sistema de justicia en su país
al denunciar a policías que abusaban de los
migrantes. En medio de la sonada guerra
contra el narcotráfico, (gobiernos de Felipe
Calderón y Enrique Peña Nieto) fue el
primero en hablar sobre la forma en que el
crimen organizado utiliza a los migrantes
como carne de cañón, pero también de cómo
desde las instituciones de gobierno
(Instituto Nacional de Migración, policía y
ejército) existen nexos con bandas
criminales que secuestran, violan,
asesinan y desaparecen a migrantes.
El narcotráfico le ofreció dinero, pero él
lo rechazó cosa que puso su vida en peligro
en más de una ocasión. En su hoja de vida se
puede mencionar que estudió Ciencias
Sociales y un postgrado, estudió en las
universidades de México, Estados Unidos, en
la universidad de Nanterre en París, entre
otras. Cuenta con varios reconocimientos
en los que se pueden mencionar, Premio por
la Igualdad y la No discriminación 2014, del
Consejo Nacional para Prevenir la
Discriminación (Conapred), el Premio
Internacional de Derechos Humanos
Letelier-Moffitt del Institute for Policy
Studies en Washington, la Presea Alfonso
García Robles, de la Universidad Autónoma de
México.
Pero así premiado y todo cargaba costales de frijol, verduras, huevos,
fruta lo que fuera para poder darles de
comer a los migrantes indocumentados que
llegaban a la Casa del Migrante. El padre
Pedro de 76 años, en el 62 fue a la pisca de
uvas a California al campamento de César
Chávez, estuvo ahí 6 meses peleando en el
proyecto Chicano Bracero. Por esos años
también apoyó las luchas de las familias de
mineros en Barroterán. Su trabajo en pro de
los más golpeados del sistema se forja a lo
largo de su vida.
Fray Tomás González respecto al
padre Pantoja dice lo siguiente: La
voz de Pedro Pantoja siempre llevaba fuego
cuando de denunciar la violación a los
derechos humanos de las personas migrantes
se refería. “El migrante es un muerto en
vida que camina sin nombre y sin entierro»,
sentenció lapidariamante en una ocasión. Fue
una de sus muchas sentencias para reclamar a
todos, sobre todo a los gobiernos que
voltearan, que miraran y que revertirán sus
criminales políticas migratorias que lo
único que ocasionaban era muerte. No temía
incluso maldecir como cuando le dijo a un
grupo de gente de poder: “Maldito el que
pervierta el derecho del extranjero, del
huérfano y la viuda… Señores y señoras
ustedes están malditos porque no han
generado una política migratoria que de
vida, y no lo digo yo, lo dice la Biblia,
porque el texto que les acabo de decir esta
tomado de la Sagrada Escritura».
Paradójicamente a su voz de denuncia
innegociable en favor de la vida y los
derechos de las personas migrantes, el
actuar de Pedro estuvo marcado siempre por
dar la vida. Por eso generó el sitio
«Belén, posada del migrante» en Saltillo,
que el mismo decía, nació de la muerte.
Los cristianos no creemos en la muerte sin
resurrección. Se ha ido Pedro, pero está
vivo. Vive en cada rincón de aquella casa
del migrante que fundó, vive en su equipo de
trabajo que no dejará que su obra termine,
vive en los que le conocimos y a quienes nos
contagió amor por los nadies, “por los que
valen menos que la bala que los mata» o
menos que el precio de su rescate de un
secuestro. Pero sobre todo vive en ellos y
ellas, las personas migrantes. Ese pueblo,
que seguramente hoy llora su partida, pero
él seguirá siendo impulso y motor de su
interminable camino.
Y como misteriosa coincidencia,
partió el Día Internacional del Migrante,
como para contestarle y cuestionarle a la
más alta autoridad de este país que un día
antes desde el púlpito presidenical había
dicho: “nosotros hemos protegido a los
migrantes, no ha habido violación a sus
derechos humanos”. Ya me imagino tu
respuesta. Gracias Pedro, porque no solo
fundaste una casa para personas migrantes ,
sino hiciste otro mundo posible para ellos y
ellas y ofreciste otra manera de ser iglesia
con ellos y ellas. Soy testigo de ambas
cosas. En ti se puedan aplicar las palabras
del obispo mártir, “Aún cuando se nos llame
locos, aún cuando se nos llame subversivos,
comunistas y todos los calificativos que se
nos dicen, sabemos que no hacemos más que
predicar el testimonio subversivo de las
bienaventuranzas, que le han dado vuelta a
todo para proclamar bienaventurados a los
pobres, bienaventurados a los sedientos de
justicia, bienaventurados a los que
sufren.”
El padre Pedro falleció de COVID-19 el 18
de diciembre, el Día Internacional del
Migrante, por cuestiones de protocolo
sanitario, no tuvo velación, fue cremado
inmediatamente.
Su trabajo a conciencia deja un semillero
grande en los defensores de derechos humanos
de migrantes en México, en cada uno de los
refugios de Casa del Migrante en todo el
país, en las almas de quienes recibieron
refugio físico y espiritual, en la honra de
los campesinos y obreros que siguen
defendiendo y peleando por sus derechos. Y
nosotros los migrantes indocumentados le
agradecemos la decencia, el ímpetu, la
resistencia y la osadía de enfrentarse al
sistema para defender nuestros derechos.
Trataremos de honrarlo en nuestras acciones
diarias, como se debe.
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.comIlka
Oliva Corado. @ilkaolivacorado