El Tribunal de Justicia de la Unión Europea
(TJUE) ha dictado este jueves una sentencia de calado sobre los
retornos de los niños migrantes. Antes de tomar una decisión sobre
la expulsión de un menor no acompañado, un Estado miembro tiene la
obligación de cerciorarse y verificar que en el país de retorno
existe una recepción adecuada. La interpretación del TJUE supone una
lectura que parece ir contra los tiempos que marca en la actualidad
la UE, que busca
aprobar este año un pacto migratorio cuyo centro de gravedad
oscila en torno a la expulsión acelerada de los migrantes.
La resolución, que ha sido emitida como
respuesta a una duda prejudicial planteada por los tribunales de
Países Bajos, se centra en el caso de un menor originario
de Guinea-Conakry, llegado a este país en un momento sin
determinar, pero que a los 15 años presentó una solicitud de asilo.
En Ámsterdam, según recoge el tribunal europeo con sede en
Luxemburgo, el chico fue víctima de trata de seres humanos y
explotación sexual, y en la actualidad sufre secuelas en forma de
graves trastornos psíquicos. Las autoridades neerlandesas
determinaron que no procedía concederle el estatuto de refugiado al
chico, en una decisión que equivalía a una decisión de retorno. El
menor interpuso entonces un recurso, alegando que no sabía dónde se
encontraban sus padres, ni siquiera si sabría reconocerlos, y
desconocía si tenía más familia.
“Cuando un Estado miembro pretenda dictar
una decisión de retorno contra un menor no acompañado”, argumenta la
sentencia del TJUE, “debe tener necesariamente en cuenta, en todas
las fases del procedimiento, el interés superior del niño”, lo cual
implica llevar a cabo una “apreciación general y exhaustiva de la
situación de este menor”. El menor, añade el tribunal, “aunque haya
sido objeto de una decisión de retorno, no podría ser expulsado en
caso de inexistencia de una acogida adecuada en el Estado de
retorno”.
La duda en el tribunal de Países Bajos se
suscitó porque en el derecho neerlandés se señalan diferencias en
función de si el menor tiene más o menos de 15 años. En el caso de
los menores de 15, las autoridades llevan a cabo una investigación
en relación con la existencia de una “acogida adecuada” en el Estado
de retorno, tal y como está previsto en la directiva europea de
retorno. Si no existen las condiciones adecuadas, se concede a estos
menores un permiso de residencia ordinario. Pero si el afectado es
un menor de 15 años o más, como el caso sobre el que dirime el TJUE,
esta investigación no se lleva a cabo.
Al contrario, las autoridades neerlandesas
suelen esperar entonces a que los menores alcancen la mayoría de
edad (18 años) para ejecutar posteriormente el retorno. Así, durante
el período comprendido entre su solicitud de asilo y la obtención de
la mayoría de edad, la residencia de un menor no acompañado de 15
años o más en Países Bajos “sería irregular, pero tolerada”, asevera
la justicia europea.
Aunque la petición de decisión prejudicial
planteada por el Tribunal de Primera Instancia de La Haya se refiere
a esta distinción entre menores con más o menos de 15 años, la
respuesta europea, como sucede a menudo, arroja una interpretación
cuyos efectos podrían tener consecuencias en la próxima normativa
europea sobre migración, actualmente en
fase de debate.
El varapalo de los jueces europeos a la
interpretación y los procedimientos habituales de las autoridades
neerlandesas es claro. “Un Estado miembro no puede distinguir entre
los menores no acompañados únicamente en función del criterio de su
edad para comprobar la existencia de esa acogida”, les exige.
El TJUE explica también que los países han
de ser consecuentes: si se adopta una decisión de retorno respecto
de un menor no acompañado, tras haberse cerciorado de la existencia
de una acogida adecuada, no debería abstenerse de proceder a su
expulsión hasta que haya alcanzado los 18 años, lo cual dejaría al
menor en un limbo. Pero si no se le expulsa en ese momento, no se le
podría expulsar después sin cerciorarse de que efectivamente la
situación de acogida sigue siendo adecuada para el menor.
Esta interpretación europea, que exige un
examen riguroso y exhaustivo, choca con las intenciones de la UE,
que busca un pacto migratorio que “blinde las fronteras” con el
refuerzo de unos
10.000 agentes de Frontex y proceda a la expulsión inmediata,
desde la misma frontera, de aquellos que no tienen derecho al asilo,
tras un examen de su caso y sus circunstancias que debería “estar
listo en un plazo de cinco días, ni uno más”, según aseguró
recientemente en
una entrevista con este diario Margaritis Schinas,
vicepresidente de la Comisión Europea para Asuntos Migratorios.
En 2019, cerca de 14.000 solicitantes de
asilo en la UE fueron menores no acompañados, según cifras de
Eurostat, en una tendencia que sigue una línea descendente desde el
máximo registrado en 2015, durante la crisis de refugiados, cuando
alcanzaron los 92.000.