Óscar Camps (Barcelona, 1963) llega puntual
a la redacción de Público, aunque trae malas noticias. El barco Open
Arms no podrá comenzar su misión de rescate en el Mediterráneo
este jueves, como estaba previsto. "Está muy viejo, no sé si
podremos repararlo hoy", confiesa. Y esa es la razón que le ha
traído a Madrid. Después de casi medio siglo en el agua, de remolcar
al Prestige, de 59.000 millas navegadas y 6.000 personas
rescatadas, esta nave reconvertida en buque de salvamento
humanitario empieza a dar problemas, y la ONG que dirige pide ayuda
económica para poder seguir rescatando en la ruta migratoria más
mortífera del mundo, la misma que ya se ha cobrado 63 vidas —que
se sepan— en menos de un mes. Pero no es sólo el motor lo que Camps
cree que tiene que reparar. Es consciente de que el último ciclo
electoral ha pasado factura a las organizaciones como la suya y de
que la extrema derecha ha logrado introducir un discurso que no les
deja en buen lugar para una parte de la población.
¿Qué necesitan exactamente?
Tras un sinfín de pruebas durante los últimos días
para encontrar la avería que nos tiene parados, hemos confirmado que
el barco no tiene presión suficiente y sigue sin poder salir. Pero
eso no es nada. La avería grande es que el motor está muy fatigado,
son 47 años. Le hicimos una gran revisión hace dos años y medio pero
necesita una inversión de 600.000 euros para reconstruir ese motor
porque sus piezas ya no se fabrican y eso ralentiza cada reparación
muchísimo.
¿Cuánto dinero cuesta patrullar el Mediterráneo?
Mover ese barco cuesta 7.500 euros al día. Somos una
organización pequeña y podemos asumir ese gasto, pero no tenemos
capacidad para invertir tanto dinero en un barco que, quizás, sería
mejor jubilar y comprar uno en mejores condiciones.
Piden ayuda sobre todo a la sociedad civil, ¿hay
riesgo de que se pierda otro barco de rescate en la zona?
El barco no se hunde, nuestro mayday es
informativo, pero es cierto que tuvimos una avería desastrosa hace
poco, por el desgaste de los años. Con 118 personas rescatadas a
bordo, nos pusimos a buscar otra embarcación a la deriva. Éramos el
único barco de rescate en ese momento, pero no podíamos seguir y
tuvimos que repararlos en medio del mar. Nunca supimos más de esa
tercera embarcación. Se pierden vidas, no es que lleguemos tarde
para descargar una mercancía, es que estamos llegando tarde para
salvar vidas humanas.
Necesitamos estar en el mar con garantías, por eso
nos toca llamar a la ciudadanía y decir necesitamos 200.000 personas
que pongan 10 o 20 euros al año. Esto podríamos conseguirlo picando
la puerta de grandes fortunas, pero no es lo que buscamos. Creemos
que ahora es necesario sentir el calor de la sociedad civil y que
tenemos su reconocimiento y su apoyo después de campañas de
difamación contra nosotros, sobre lo que hacemos, cómo y dónde lo
hacemos.
El ataque de la derecha política y mediática ha
sido constante. Se les ha vinculado con traficantes de personas,
acusado de fomentar la inmigración irregular, llevado ante la
Justicia, se ha publicado su patrimonio personal... ¿Cree que han
conseguido su objetivo?
El coste económico ha sido muy alto. Hemos gastado en
defensa jurídica mucho dinero que iba destinado a misiones de
salvamento. Hemos salido de todo libres, sin cargos, pero se ha
generado una corriente de opinión negativa sobre nosotros y eso
acaba pasando factura en las donaciones y hace mella incluso en las
familias de los voluntarios, que sufren esos ataques despiadados.
Lo que pretenden estos grupos de extrema derecha es
tenernos entretenidos en batallas y guerras y desgastarnos así.
Incluso el Gobierno español nos castigó duramente con campañas en
las que nos decían de todo. Al final seguimos haciendo lo mismo,
alguien está quedando mal en este proceso y no somos nosotros.
¿Cómo se combate este discurso?
Es un discurso basado en la mentira y lo hemos
demostrado en los tribunales italianos. Hasta la justicia española
archivó la denuncia
de Vox que pedía prisión contra mí. También hemos demandado
a varias publicaciones y a algunos periodistas por difamación.
Pero sobre todo se combate abriendo nuestra casa a los medios de
comunicación. Son más de 50 misiones y todas han ido acompañadas de
periodistas que han visto y vivido en sus carnes lo que ocurre, lo
que hacemos y lo que no. Somos totalmente transparentes. La única
manera que han tenido de bloquearnos ha sido la administrativa. Este
verano, por ejemplo, tumbamos por la vía legal el decreto de Salvini
y desembarcamos en Italia pese a las amenazas de multa y el bloqueo
de sus puertos.
¿Ha cambiado la situación en el Mediterráneo tras
la salida de Salvini del Gobierno italiano?
No hay tanta presión y estamos desembarcando en
Italia sin demasiados problemas. Lo que hizo Salvini fue iniciar una
campaña mediática contra la organización más mediática. Era una
cortina de humo para no hablar de los problemas reales de Italia,
como su recesión económica, los problemas con la mafia o la moción
de censura que al final lo echó del Gobierno. Se escondió detrás de
la migración, que no era un problema en Italia en ese momento, y usó
a Open Arms como paraguas de su campaña política, que además,
personalizó contra mí. Se sacó de la manga un decreto que prohibía
la entrada de barcos de rescate en aguas italianas bajo multa de un
millón de euros. Pero entramos y no nos multaron. Era parte de su
gran de teatro para sus objetivos en campaña electoral.
Los últimos datos de Frontex hablan de un drástico
descenso de las llegadas de migrantes a Europa y, en concreto, a
Italia, ¿qué está ocurriendo actualmente?
Que los esfuerzos de Italia y la Unión Europea en
Libia, financiando a grupos armados y centros de detención ilegales,
tienen su efecto. Se está pagando para frenar por la fuerza a
personas que quieren huir de un país en guerra, muy racista y donde
no se respetan los derechos humanos. Esta gente es esclavizada y aún
así se reconoce como Gobierno libio a un grupo armado. También, a
los mismos, se les considera guardacostas y se les dota de barcos
nuevos y se les empodera, como si no fuera Libia un Estado fallido.
En la última misión en la que he estado, han sido mil
las personas rescatadas devueltas a Libia, esto son devoluciones en
caliente. Hemos visto cómo estas patrulleras libias no llevan
ninguna bandera, hablan en italiano, se hacen pasar por guardacostas
tunecinos... No dicen que son libios porque los rescatados no
quieren subirse a sus barcos, saben que van a ser devueltos a un
centro donde van a prostituir a la mujeres y esclavizar a los
hombres, los van a volver a extorsionar para volver a salir e
intentar cruzar el mar de nuevo. Hemos rescatado a personas que
llevaban tres intentos de salida. Eso es pagar tres veces el soborno
a los mismos que la UE está financiado.
Pero de esto no se habla. Se habla de que un barco
humanitario es una atracción para los traficantes, que los mandan
ahí porque los salvamos nosotros. Es muy tendencioso decir que vamos
a recoger migrantes a la costa libia. Nosotros rescatamos en aguas
internacionales, que son de todos. Ahí no hay migrantes ni
extranjeros, a no ser que seas negro. Si eres negro parece que eres
extranjero hasta en aguas internacionales. Como ciudadanos hacemos
lo que tenemos que hacer, y tarde o temprano se reconocerá que lo
hacíamos por inacción deliberada de las autoridades europeas.
El fundador de Open Arms, en la redacción de 'Público'.- JAIRO
VARGAS
El presupuesto para Frontex ha aumentado un 200%
este año, ¿cree que así se va a paliar este drama humano?
Ahora tiene un gran presupuesto, pero lo que Frontex
no tiene encomendada es la función de salvamento. La UE ha retirado
deliberadamente todas las operaciones civiles y militares con el
encargo de salvar a personas. Y las trabas para desembarcar a los
rescatados está llevando a los barcos mercantes que navegan por la
zona a incumplir el Derecho Marítimo Internacional Obligan, que
obliga a prestar auxilio ante emergencias. Se ha conseguido que
prefieran pasar de largo cuando hay un patera a la deriva o que
apaguen el sistema de comunicación cuando pasan por determinadas
zonas, porque si rescatan son retenidos en el mar durante una semana
o los mandan a Libia a desembarcar, y sufren retrasos y pérdidas.
Algún Estado debería denunciar esto ante el Tribunal Internacional
del Derecho del Mar. Nosotros denunciamos públicamente lo que pasa,
por eso nos difaman.
Tras la crisis del año pasado, el Gobierno cargó
duramente contra Open Arms e incluso sugirió que podrían multarles
por rescatar sin permiso. Se hablaba de una multa de casi un millón
de euros. ¿Han tenido alguna noticia al respecto?
No, fue solo intimidación. Es impensable y no tiene
base jurídica, pero tiene recorrido administrativo, y esa máquina la
mueve el Gobierno y puede dilatar los tiempos, por ejemplo, hasta
que pasen unas elecciones. La multa pretendía intimidar a los
donantes y al patronato de la fundación. Hubo personas que tuvieron
miedo, porque los patrones responden con su patrimonio y no podemos
hacer frente a una multa así. Mi madre y mi mujer son miembros del
patronato y tuve que reunirlas y decirles "¿qué hacemos ahora? Si
son capaces realmente de embargarnos, no tenemos patrimonio entre
todos".
¿Qué respondieron?
Mi madre me dijo "de la cárcel se sale, del fondo
del mar, no". Salí de su casa con esa frase y decidimos que en
estas historias hay que seguir, y aquí seguimos. Ni Italia ni
España han dicho nada más sobre este asunto. Pero la difamación
llega a las portadas, aunque luego el titular de que todo se
desestima va en la cuarta página, nadie le presta atención. Y es
duro. No tenemos ningún trato con los traficantes. Son los
países europeos los que tratan con los traficantes, como ha
quedado demostrado en recientes entrevistas publicadas en Italia
con el líder de los traficantes de Libia . Quien realmente paga
dinero para frenar o cambiar los flujos migratorios son los
Estados europeos, y eso sí que es tráfico.
En España, tras la llegada de Sánchez al
Gobierno, también se ha reducido a la mitad el flujo migratorio
gracias a los acuerdos con Marruecos. ¿Qué opinión tiene del
nuevo Gobierno de coalición? ¿Cree que habrá cambios de calado
en las políticas migratorias?
Si España da dinero a Marruecos, éste hace los
deberes y frena las salidas desde su país. Cuando Mohamed VI
decida renegociar las condiciones del contrato, la realidad será
otra y habrá otro verano como el de 2018, que entraban 2.000 o
3.000 menores no acompañados en pateras. Eso desestabilizaba no
sólo a Salvamento Marítimo, sino toda la política española.
Marruecos creó un clima muy favorable para negociar e imponer
sus condiciones. Esto pasa siempre cuando se paga a otros para
detener flujos migratorios, quedas a merced de la extorsión de
estos países. Erdogan extorsionó a la UE y ahora está llenando
Libia de yihadistas.
En cuanto al Gobierno de coalición, creo que es
una buena noticia. Todo cambio progresista ante esta Europa con
cierto tufo a extrema derecha es bueno. Este cambio en España
quizá lleve a que nos alineemos con Portugal, quizás con Italia,
Alemania, Francia y a que se reequilibren un poco los poderes de
la UE y se cambie alguna decisión de la Comisión Europea, como
poner en marcha operaciones de salvamento, una votación que se
perdió por dos votos. Quiero tener fe, aunque es cierto que la
política migratoria de la UE está removida.
Ha denunciado que recibe amenazas de todo
tipo, ¿cómo se vive siendo la cara visible de una organización
que se enfrenta a media Unión Europea?
Intentas omitirlo. Lo que choca es que, al mismo
tiempo que me nombran 'europeo del año' por nuestra labor, en
Europa se tomen decisiones contra lo que estamos haciendo. Son
16.000 muertos en el Mediterráneo durante los últimos cinco
años, una media 3.000 al año. Es para avergonzarse.
¿Cree que en algún momento dejará de ser
necesaria la presencia de organizaciones como la que dirige?
Por supuesto. Además de salvando vidas en el mar,
nosotros también trabajamos en origen, por ejemplo, en
Senegal. No podemos decir a nadie que no se mueva, pero sí
mostrarles que Europa no les va recibir como esperan, que no es
real la imagen que damos en las películas o en la publicidad de
los partidos de fútbol. Les mostramos lo que ocurre realmente en
este viaje, que es traumático para todos y les cuesta una
fortuna que podrían invertir de otra manera.
Y es incomprensible que, si la mayoría puede
solicitar refugio, no puedan llegar aquí en avión, como los que
llegan desde Latinoamérica. La supuesta presión migratoria, si
la hay, está en Barajas, no en el Mediterráneo. El año pasado
llegaron en avión 100.000 solicitantes de asilo, pero los medios
hablan de que 60.000 africanos han llegado por el Estrecho de
Gibraltar.
Óscar Camps en la Gran Vía de Madrid.- JAIRO VARGAS