Nacho Sánchez
Málaga, 16
de noviembre 2020
“La dejé
encerrada en la habitación, con un biberón y
galletas, y ya no volví más a la casa”. Fueron las
palabras que Sara, que cumplirá 22 años a finales de
este mes, dijo a los agentes del Grupo de Homicidios
de la Policía
Nacional de Málaga horas después de ser detenida
el 1 de diciembre de 2018. La joven se refería a su
hija, Camelia, que entonces tenía 17 meses y a la
que un día de octubre de aquel año abandonó sobre
una cama de matrimonio para siempre “siendo
consciente que de forma ineludible se iba a producir
el resultado de la muerte del bebé”, según recoge el
escrito de acusación de la Fiscalía.
La dejó sola en el dormitorio de su apartamento, con
la puerta cerrada, la persiana bajada, un biberón y
unas galletas. Cerró con llave el inmueble y nunca
más volvió. El Ministerio Fiscal solicita 21 años de
prisión por asesinato para la mujer, que se
encuentra en prisión provisional, comunicada y sin
fianza, desde el 3 de diciembre de 2018. La defensa
pide rebajar la pena a 16 años por la existencia de
patologías psíquicas.
El juicio,
con jurado popular, ha comenzado este lunes en la Audiencia
Provincial de Málaga. La primera en declarar ha
sido la propia Sara, que ha reconocido con un “sí”
los hechos, la misma respuesta que ha dado sobre si
era consciente de que el abandono supondría la
muerte de la niña, según ha indicado Europa Press.
La mujer se ha mostrado arrepentida por ello.
También han participado varios agentes policiales,
que han descrito lo que encontraron en la vivienda
donde hallaron a la pequeña ya fallecida y cómo fue,
horas después, la detención de la mujer. En las
próximas jornadas también acudirán a declarar varias
personas cercanas a la joven, que mantenía una
“intensa vida social nocturna”, según el escrito del
fiscal.
El informe
la describe como una mujer con “personalidad
inmadura” que se caracteriza “por un destacado
egocentrismo” y que tiene “dificultad para renunciar
a sus propias satisfacciones” además de tener un
“significativo grado de impulsividad”. El detallado
documento destaca que ello no afecta a su capacidad
para comprender los hechos que le son imputados y
que no presenta “patología psiquiátrica alguna”. Su
defensa esgrime, en cambio, que tenía problemas
psicológicos, que intentó suicidarse varias veces y
estaba en situación de riesgo de exclusión social.
“Ella es consciente de lo que ha hecho y va a penar
por ello”, ha dicho su abogado, José Luis Rodríguez
Candela, quien pide rebajar la pena debido a la
existencia de circunstancias “personales, sociales y
familiares”. “Ella quiere pagar por lo que ha
hecho”, ha sentenciado el letrado.
“Intensa vida nocturna”
Sara había
llegado a España desde Marruecos en marzo de 2017
para estudiar en Málaga,
donde se asentó regularmente y tuvo el apoyo
económico de sus dos hermanos mayores, que residían
en territorio marroquí. Su hija nació dos meses
después, el 4 de mayo, en el hospital comarca de la
Axarquía, en Vélez-Málaga. Sara se quedó a vivir en
esta localidad en casa de su hermana y su cuñado,
quienes vivían habitualmente en Marruecos, aunque se
desplazaban regularmente para visitarla. La joven
tenía entonces el apoyo de una conocida, Rajae,
quien se quedaba con su hija mientras ella se
desplazaba a Málaga para asistir a una academia para
preparar la selectividad, aunque apenas acudió a
clase.
Finalizado
el curso escolar 2017/2018, Sara decidió trasladarse
a la ciudad de Málaga, donde alquiló un apartamento
en el casco histórico gracias al dinero que le
enviaba su familia. Sara no realizó las gestiones
para cambiar de guardería a su hija, así que el bebé
perdió su plaza en Torre del Mar y carecía de una
nueva en la capital malagueña. En agosto de 2018
comenzó a trabajar como camarera y relaciones
públicas en una discoteca malagueña. Entraba a su
puesto de trabajo a las dos de la mañana, dejando al
bebé ―que entonces tenía 15 meses― sola en casa
sobre la cama de matrimonio. Cuando acababa su
jornada, a las seis de la mañana, no volvía a su
hogar: prefería irse al de una amiga, donde
descansaba hasta las 14.00. “Durante ese periodo y
de forma prácticamente diaria, su hija permanecía
sola en casa, desprovista de la necesaria atención
afectiva y de los cuidados físicos ―bebida,
alimentación y aseo― precisos para un bebé de su
edad”, subraya el ministerio fiscal en su acusación.
La tónica
continuó en las semanas siguientes. Entonces, Sara
decidió irse a dormir a casa de un amigo, Hassan.
Con él y otras personas prosiguió su “intensa vida
nocturna” a pesar de que ya había terminado su
relación laboral con la discoteca. Apenas veía a su
hija por la tarde, cuando la alimentaba y la dejaba
sola hasta la tarde siguiente. Los vecinos relataron
a la policía que escuchaban el “llanto inconsolable
y continuo del bebé” que, según la Fiscalía, se
quedaba “en un entorno insalubre de suciedad y
desorden, con prendas de ropa y restos de envases
vacíos y de alimentos y bebidas desperdigadas por el
suelo y sobre el mobiliario”. “Acababa callándose
por agotamiento”, añade el fiscal.
En octubre
de 2018, cuando la pequeña tenía 17 meses, Sara la
abandonó definitivamente. La dejó encerrada en el
dormitorio de su apartamento, en total oscuridad y
“tan solo con un biberón y unas galletas”. Desde
entonces, no comunicó a sus amigos, pareja, familia
o institución alguna el paradero real del bebé.
Cuando le preguntaban, "les insistía en que otra
persona se hallaba al cuidado de la misma”, dice el
escrito de Fiscalía. Su “intensa vida social
nocturna” continuó en fechas posteriores. Incluso
celebró su 20 cumpleaños el 27 de noviembre de 2018
con sus amigos.
El 30 de
aquel mes, los hermanos de Sara viajaron a Málaga
para verla tras no localizarla. Le preguntaron por
la niña, primero mintió, pero luego les dijo que la
había dejado sola en casa un mes atrás y, acto
seguido, se dio a la fuga a la carrera. Los
familiares llamaron a la Policía Local y los agentes
forzaron la puerta por temor al riesgo que corría la
vida de la pequeña. Encontraron su cadáver al pie de
la cama, boca abajo. En la cama había restos de
orina, paracetamol y trazas de cocaína. La autopsia
dedujo que el fallecimiento se había dado entre uno
y cinco días después de ser abandonada por la
privación de agua y alimento. Esa madrugada, ya del
día 1 de diciembre, la joven fue detenida por
agentes del Grupo de Homicidios de la Policía
Nacional.