Rebelión
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El martirio de
la infancia
Por Silvana Melo
/ 14 de diciembre 2021 Argentina
El
más grande, el más alto, el más voluminoso índice de pobreza infantil en
once años. 64,9% de los niños y adolescentes de 0 a 17 años son pobres.
Es la franja de edad más castigada por la necesidad y la carencia, son
los más frágiles, los más vulnerables. Y los más vulnerados.
En una
tierra donde la pobreza es niña, donde la infancia es muerta con armas
diversas. Con el puño, con los pies, con la bala de la policía, con el
hambre sistémico, con las sustancias que son vidrio para pulmones y
anestesia para rebeldía, con el abuso intra y extra familiar, con el
abandono sanitario, con la intolerancia al llanto del niño que no puede
solo.
La nueva
estadística del
Observatorio de la Deuda Social Argentina (UCA) es tan
sombría como las noticias de los últimos treinta días de la infancia.
Seis
niños y medio cada diez sobrevivientes en medio de la pobreza. Más de siete
de cada diez hacinados en el conurbano.
Un niño
de dos años fue asesinado a golpes presumiblemente por su padrastro en
Neuquén. El lo cuidaba cuando su madre iba a trabajar. El niño murió por
abuso sexual y golpes. El mismo que debía cuidarlo lo llevó al hospital,
inconsciente.
No
soportó el embate feroz de esta vida. Y murió a los pocos minutos. Nadie vio
su martirio antes de su muerte. Nadie la impidió.
Como
nadie frenó en La Pampa la
muerte de Lucio, de cuatro años, en manos de quienes debían
cuidarlo y amarlo. Su madre y su pareja, en este caso.
El niño
de Neuquén tiene tres hermanos: uno de cuatro años, otro de cinco y otro de
pocos meses. Tal vez su sacrificio abra las puertas de la salvación de los
otros. Quién sabe. El estado es un pesado engranaje de herrumbre.
Los
vecinos incendiaron la casa del padrastro y prometieron echar del barrio a
la madre. Justicias rústicas. Marginales. Cuando las instituciones bostezan
con otros rumbos.
Un chico
fue fusilado por policías de la Ciudad. Apenas
tenía 17 años. La bonaerense entró brutalmente en una fiesta de
adolescentes en Escobar. Dejó a varios chicos heridos. La misma policía
allanó una cooperativa en Wilde. Había un jardín maternal donde los niños de
las trabajadoras pasaban el día. Sus ojos, como una fatal cinemateca,
guardarán las imágenes de esos días para siempre.
Un hombre
abusó de su hija de doce años y le provocó un embarazo. Fue en Pergamino. La
justicia lo sorprendió cuando la llevaba a abortar. Pero era tarde. Y el
niño nació, con una madre par, ambos niños en clave de tragedia. El y ella,
una maternidad artera, impensada e imposible. Solos los dos ante mundos –el
de adentro y el de afuera- hostiles y punitivos y condenatorios.
Sus vidas
están marcadas. Con un hierro caliente en el alma.
Un niño
murió en Goya, picado por un alacrán. La familia lo llevó al hospital de
inmediato. Dijeron que era picadura de hormiga. Y que todo iba a estar bien.
Sólo ocho horas después lo trasladaron. El niño se moría, con el veneno del
alacrán esparcido por el cuerpo, disfrutando la demora inexplicable del
sistema de salud. Le aplicaron el suero. Pero era tarde. Se murió y no debía
morirse.
Los
alacranes seguirán acechando en Goya. Y los niños seguirán muriendo cuando
pudo evitarse. Cuando puede evitarse el martirio, el abuso, el desprecio.
Hasta
octubre, 100 madres fueron asesinadas por ser mujeres, dice el Observatorio
Lucía Pérez. 196 niños quedaron solos. La orfandad de ya no tenerlas. Y el
espanto, en muchos casos, de verlas morir.
El
Observatorio de la Deuda Social Argentina acopia los datos desde 2010, el
año en que empezó a medir. 49,5% era la pobreza infantil en esos días. En
2011 bajó a 39,7. Y luego comenzó a escalar una senda empinada e imparable:
50,2% en 2016, 58,3 en 2019, 64,6 en 2020 y 64,9 % en 2021.
De la
pobreza a la malnutrición hay una vecindad promiscua. De la malnutrición al
hambre hay una frontera mínima.
Ocho
millones y medio de niños en la pobreza. Varios millones sin comer bien y
rico.
Sin
comer.
Niños
asesinados, muertos, abandonados, abusados, huérfanos, en un puñado de días.
Sin que
se los cuide. Sin que se los proteja. Sin que nadie ponga una estrella en el
sitio del hambre.
Fuente:
http://www.pelotadetrapo.org.ar/el-martirio-de-la-infancia.html |