https://www.publico.es/sociedad/vientres-alquiler-vientres-alquiler-son-trata-personas-explotacion-reproductiva.html
"Los vientres de alquiler son trata de personas para la
explotación reproductiva"
Toño Abad y Eduardo
Aguayo son dos claros exponentes del activismo LGTBI contrario al
alquiler de vientres. Ambos –padres adoptivos y en acogida con sus
respectivas parejas– creen que la paternidad no es un deseo, sino un
derecho de los menores a tener familia. Dejan claro que usar a las
mujeres pobres para ser padres es ser cómplice de violencia de género.
Dibujo realizado por los hijos de Eduardo Aguayo, en
el que agradecen a sus padres haberles adoptado. – E. A.
Nuria Coronado Sopeña
13.08.2019
Frente al lobby de cierta parte del colectivo LGTBI y
de la propuesta legislativa de Ciudadanos por mercantilizar el cuerpo de las
mujeres –una práctica prohibida en España junto a 121 países, entre los que
se encuentra Francia con Emmanuel Macron a su cabeza–, hay dos nombres como
los de Toño
Abad y Eduardo
Aguayo que suenan a feminismo sin apellidos y que luchan sin
descanso contra esta opresión del patriarcado.
"No en su nombre”. Con esta sencilla pero contundente
declaración estos dos reconocidos homosexuales combaten la explotación
reproductiva para evitar que se sigan pisoteando los derechos humanos de
la mitad de la población. Ambos tienen claro que la estrategia de la
“demanda social” argumentada por Ciudadanos para presentar en el Congreso de
los Diputados una propuesta legislativa a favor de los vientres de alquiler
solo responde a dos intereses: los de una industria que mueve 6.000 millones
de dólares al año en todo el mundo y que ahora quiere convertir a nuestro
país en el paraíso del turismo reproductivo dellow-cost, y el egoísmo
de quienes no entienden que los deseos individuales de ser padres nunca
están por encima del Derecho.
Y es que, según los datos aportados desde el propio Gobierno,
los bebés nacidos de una madre de alquiler en el extranjero y registrados en
España entre 2010 y 2016 solo representan el 0,03% del total de bebés
nacidos en España. “Si tomamos por el contrario la cifra más optimista
ofrecida por los partidarios de esta aberración, es decir, los 1.000 bebés
subrogados al año, y los enmarcamos en el total de nacimientos en 2017
(393.181 bebés), encontramos que el porcentaje de bebés comprados apenas
alcanzaría el 0,25%. Con estas cifras, ¿en serio podemos hablar de
demanda social?”, se pregunta irónicamente Ana Trejo, fundadora de Stop
Vientres de Alquiler.
De oprimido a opresor
Con esta perspectiva y estos datos en la mano, Abad y Aguayo
luchan desde el propio colectivo LGTBI para evitar que el lobbyque
pretende regular dicha explotación reproductiva siga ganando adeptos. No
quieren que quienes han sido oprimidos social e históricamente ahora pasen a
ser opresores al apoyar esta práctica.
Según Toño Abad, “la sociedad actual tiende al borrado de la
memoria de las luchas y de las conquistas sociales. Si además se suma a que
estas conquistas son gracias al movimiento feminista, el patriarcado no solo
invisibiliza lo conquistado y quien lo ha hecho posible, sino que además
adultera el relato para mantener el sistema de privilegios. Simone de
Beauvoir decía que “el opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices
entre los oprimidos”. Y esto es una constante que se dan en todos
movimientos por la liberación: en la mujer, en la causa de las personas
afrodescendientes, la esclavitud, la prostitución, los derechos LGTBI. Nos
han convencido de que nuestros problemas no son el machismo, la
xenofobia, el racismo o la lgtbifobia, que son otros. Y las personas en
general no tienen una conciencia de lucha colectiva a pesar de que sin lucha
colectiva (sindical, feminista o social) no habría derechos”, explica.
Por su parte Aguayo cree que “cuando los privilegiados no
somos conscientes de nuestros privilegios es fácil convertirte en opresor.
El tema de los vientres de alquiler es relativamente reciente y sin la
suficiente pedagogía y campañas que promuevan la adopción y acogimiento
acompañadas de ciertas reformas que los faciliten es fácil caer en aquello
que nos quieren vender, mujeres supuestamente altruistas con las que
muchos intermediarios se benefician por intereses que nada tienen que ver
con los derechos de las mujeres y los menores”, comenta.
Pero ¿cómo es posible que una parte de los homosexuales no
sean conscientes de ello y aboguen por el alquiler de vientres? Para Aguayo
“dentro del colectivo y gracias al trabajo de los movimientos de izquierdas
cada vez más gente asocia esta práctica con el neoliberalismo más feroz.
Dentro de mi círculosomos cada vez más los que estamos en contra”.
Por su parte, Abad cree que“no podemos hablar del colectivo sin reflexionar
en torno a qué es dicho colectivo. Lo que hay es un movimiento asociativo
perfectamente organizado que en su mayoría está posicionado o se está
posicionando en contra de los vientres de alquiler, ya lo han hecho
entidades como Lambda en Valencia y en otoño lo hará Diversitat en
Alicante”.
"Dentro del colectivo LGTBI cada vez más gente asocia los
vientres de alquiler con el neoliberalismo más feroz"
Para el presidente de la asociación alicantina la
dulcificación de la explotación reproductiva viene de todo el trabajo
realizado por las agencias de alquiler de vientres que ha ido calando
durante años entre los homosexuales. “Han ido encajando mensajes
publicitarios mostrando la belleza y la perfección de la familia como un
símbolo de la realización personal. Esto es falso. No hay que tener
descendencia biológica para merecer ser aceptadas como ciudadanía de primera
clase. Además, aquí se juega con un componente normalizador de la familia:
si tienes descendencia genéticamente parecida vas a ser mejor aceptado. Ni
es cierto, ni la familia debería entenderse así”, remarca.
Varones privilegiados y con proyección mediática
El posicionamiento de ambos activistas no ha sido un camino
de rosas. Las amenazas de muerte, los insultos y el vacío de parte
del colectivo han estado y están en su día a día. “Soy activista LGTBI y
asumo los insultos y las amenazas como parte de mi actividad social, es la
cara mala de lo que hago. Estoy convencido de que ha merecido muchísimo la
pena porque hemos abierto un camino. Pero hay que continuar y, sobre todo, que
se oiga nuestra voz. Porque dos o tres docenas de personas –en su
mayoría varones privilegiados, económicamente muy potentes y con mucha
proyección mediática– han comprado bebés en el extranjero y nos vinculan a
esta forma de explotación. Hay un movimiento muy fuerte, intracolectivo,
formado por hombres, que nos oponemos radicalmente a esto. Y nos
oponemos a que para ser aceptados tengamos que ser padres biológicos a
través de una transacción mercantil. Así mismo también me opongo a que se
diga que posicionarse en contra es homofobia, porque nos beneficiaremos
también los gais. Eso se llama manipulación”, recalca Abad.
"Nos oponemos a que, para ser aceptados socialmente,
tengamos que ser padres biológicos a través de una transacción
mercantil"
De manipulación también puede hablar largo y tendido Aguayo
(padre de dos niños adoptados). Se marchó de la ejecutiva de Galehi por
negarse a formar parte de una asociación convertida en lobby provientres. Él
optó por la adopción. “Fue un proceso deautodescubrimiento feminista,
que coincidió con la llegada a casa de mi hija, en ese momento descubrí que
mis luchas deberían ser los derechos de ella como niña negra y los derechos
de los miles de niños que hoy en día viven en centros de menores en nuestro
país, cuál fue mi sorpresa que aquello que yo veía como obvio no era
percibido por mi círculo, en cuanto expresé mis primeras dudas de una manera
sigilosa muchas personas me empezaron a hacer el vacío, e incluso en privado
alguno me confesó que era por mi posicionamiento contra los vientres de
alquiler. Esto me reafirmo en mi postura y fue cuando empecé a escribir
artículos con mis primeras ideas, coincidió en el momento en el que en
España empezaba el debate, a partir de ahí fue aún más feroz en redes.
Viéndolo en perspectiva es una de las cosas de las que más orgulloso me
siento de haber hecho, a veces la vida te da la oportunidad de hacer una declaración
de intenciones que sirve para crear un mundo más justo, aunque el costo
sea elevado. Mis hijos ya van siendo conscientes de las opciones que tuvimos
y sé que en el futuro sabrán de sus padres y de nuestra contribución a
ayudar a los menores en situación de desamparo en centros de acogida”,
comenta.
Precisamente por esa situación con Galehi, Aguayo se afana
“en hacer pedagogía en mi círculo antes de que tomen la decisión, igual que
hicieron conmigo otras familias acogedoras, intentar que se tome la
decisión más ética. En cuanto a señalar, todo aquel que se expone en el
ámbito público está expuesto a crítica, igual que lo estoy yo. Muchas veces
he sentido cierto clasismo por parte de ellos, me recuerdan a ciertas
familias heterosexuales de esas antiguas, de familia bien, que yo por donde
procedo siempre veía como extrañas y algo impuestas. Imagino que es una
manera de entender la vida que no se ciñe a tener hijos, sino que va más
allá. No es vergüenza más bien es rechazo a aquello en lo que no me quiero
convertir”, recalca.
Para este padre el tema de fondo es que quienes abogan por la
explotación reproductiva solo quieren hijos e hijas biológicos y muchas
veces a su medida. Es triste que el colectivo que más ha luchado por la
diversidad en muchos casos estemos en contra de ella en nuestras propias
familias. A mí me han llegado a decir un hombre que él prefería ser
padre por 'gestación subrogada' porque no quería que le señalaran a él y a
su marido por la calle por ir con dos hijos no biológicos. Por parte de los
lobbies defensores de los vientres de alquiler, tenían claro que
somos un colectivo que estamos acostumbrados a dar la cara por causas que
sentimos nuestras y nos han vendido esto como una causa más. Para darle una
visibilidad que no obtendrían con personas heterosexuales que por otro lado
son la inmensa mayoría que alcanzan su deseo de ser padre a través de esta
técnica”, comenta a Público.
"Quienes abogan por la explotación reproductiva solo
quieren hijos e hijas biológicos y muchas veces a su medida"
Abad no cree que una manera de combatir la situación sea
señalar a los compradores de bebés. Considera que es mejor denunciar las
situaciones. “Me hago una pregunta ¿saben las personas que acuden a estos
países a acceder a la explotación reproductiva que están ejerciendo
violencia contra mujeres en situación de desprotección? ¿Son conscientes
de ello? O por el contrario ¿son una pieza más del engaño publicitario que
supone el acceso a estas prácticas? La reflexión por parte del activismo
tiene que ser la denuncia de la práctica, del explotador y sobre todo del
sistema que lo permite. Dicho esto, una vez existe la información y está en
el debate público, quien lo haga tiene que entender que hay una resistencia
muy fuerte, legitimada en la ética, y que lo que están haciendo no está bien
en ningún caso”, resalta.
Neoliberalismo y proxenetismo reproductivo
En cuanto a si el deseo de la minoría homosexual sumado a los
intereses económicos y políticos de Ciudadanos es una mezcla más que
explosiva y peligrosa para España, Abad lo tiene muy claro. “Lo vemos con la
prostitución y lo vamos a empezar a ver con el alquiler de úteros. Hay un
proceso de deshumanización de la mujer, determinándola como la gestante para
disociar a la persona de su rol reproductivo. Para despojar a la mujer de
su humanidad. Y esta es la antesala de convertir la maternidad en un
negocio lucrativo. Es la privatización de la reproducción. Y donde unos ven
interesadamente libertad para negociar, otros vemos un atentado contra
los derechos humanos, la integridad física y moral de las mujeres, su
dignidad, su libertad y su derecho a la igualdad. Paralelamente al vaciado
emocional de la maternidad se consagra interesadamente la paternidad como un
derecho, elevando un sentimiento legítimo a una exigencia sobre terceras
personas. Esto no es un fenómeno neutral, tiene la finalidad de armar un
discurso para utilizarlo económica y políticamente. Tenemos la hegemonía
ética en este debate, no la perdamos ni nos distraigamos”, argumenta.
"Hay un proceso de deshumanización de la mujer; es la
privatización de la reproducción"
Una maniobra de distracción que según Aguayo se escuda en un
falso feminismo que no se puede permitir. “Quienes se sirven de escudarse
en el feminismo es porque no son feministas. Son infiltrados del
feminismo, muchas veces conscientemente, otras porque se les ha vendido un
concepto neoliberal de satisfacción de los propios deseos que nada tiene de
feminista, la publicidad con supuestas mujeres deseosas de engendrar es muy
fuerte. Hace falta una capacidad de reflexión e interés de investigar que
desgraciadamente la mayoría no tiene, estamos en la sociedad de lo inmediato
y del mensaje fácil”, dice.
A esto Abad añade que Ciudadanos ha irrumpido en el
panorama político destruyendo consensos sociales logrados más allá de
ideologías políticas. “Ponerle la etiqueta al feminismo de liberal para
atraérselo a un partido es un uso instrumental. Como es una
instrumentalización negar la violencia de género y llamarla violencia
intrafamiliar, que es lo que hace VOX. No veo diferencias entre ambos en
relación con el feminismo, porque ambas son formas de negar la lucha por los
derechos, desvirtuarla y utilizarla. Estas tácticas partidistas no funcionan
porque el feminismo es una teoría política que va más allá de los partidos y
de las personas, es un movimiento de liberación que representa los valores
más altos de una sociedad que quiere lo mejor para sí misma y es una
herramienta potentísima e imparable de transformación social en marcha. Han
hecho lo mismo en el Orgullo, irrumpieron para patrimonializar y colgar
etiquetas, cuando es una lucha transversal. Utilizan nuestras causas
para visibilizarse. Y les da igual el coste que eso tiene porque ni son
feministas ni son proLGTBI. Lo único que ven son votos y negocio. Tenemos
que denunciarlo”, añade.
Ante tal panorama Abad y Aguayo creen que solo hay un
camino. Y es el de seguir impulsando a España como la abanderada contra
el alquiler de úteros.
“Nuestro país tiene que liderar la revolución feminista.
Y tiene que hacerlo desde los consensos sociales establecidos, tendiendo
alianzas y sumando a la causa a todas las partes implicadas. No tiene
sentido una causa que se encierra en sí misma y el feminismo es
universal, internacional e inclusivo. Con la privatización y
comercialización de la maternidad nos enfrentamos a un reto que es la
globalización. Tenemos que lanzar un mensaje a Europa, primero, y al
mundo después, de que los vientres de alquiler son una forma de trata
de personas con fines de explotación reproductiva, igual que la
prostitución es una forma de trata con fines de explotación sexual. Este
será un mensaje que quedará para las generaciones del futuro y que
tenemos que dejar como legado. Son luchas paralelas y similares y los
fracasos de la lucha contra la prostitución tenemos que convertirlos en
éxitos en la lucha contra los vientres de alquiler. Si no aprovechamos
lo aprendido no conseguiremos nada”, finaliza Abad.
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