50.000 escolares españoles estrenan el curso en
barracones
Las autonomías del Mediterráneo concentran la mayoría de
las aulas prefabricadas, cuya persistencia favorece la segregación y la
desigualdad en la escuela pública
Juan Carlos Ponce, presidente
del Ampa del colegio Ciutat de Cremona de Alaquàs (Valencia), formado por
barracones, con varias madres de alumnos. MIGUEL ÁNGEL POLO
Cerca de 50.000 alumnos empezarán el curso en
barracones, uno de los problemas crónicos de la enseñanza pública española.
En seis años, su número se ha reducido en unos 15.000. Pero de mantenerse este
ritmo, harán falta dos décadas para acabar con uno de los grandes símbolos de la
precariedad educativa. El año pasado la red sumó 3.030.311 alumnos en las etapas
de infantil y primaria, que son las que más sufren esta carencia de
instalaciones.
Las comunidades del Mediterráneo, que han tenido un
crecimiento demográfico relativamente alto y niveles de financiación relativamente
bajos, concentran el grueso de los barracones, igual
que hace seis años, cuando EL PAÍS realizó otro recuento de datos de las
autonomías. Pero su evolución ha sido desigual. Andalucía, donde 11.000 alumnos
arrancan el curso en barracones, y la Comunidad Valenciana, donde lo harán
12.000, los han reducido en un tercio y tienen en marcha planes para continuar
haciéndolo. En Cataluña, en cambio, las aulas prefabricadas han aumentado de
1.008 a 1.115, y el número de alumnos que estudian en ellos sigue en torno a los
20.000.
En su informe de junio, el defensor
del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, volvió a señalar las aulas
prefabricadas, así como la existencia de amianto en algunos centros, como dos de
los principales problemas de la educación pública —los barracones apenas existen
en la privada y la concertada—. “La solución de ambos, además de depender de una
planificación adecuada y eficiente, radica en la aportación de las
disponibilidades presupuestarias precisas para atenderlos, lo que evidentemente
no ocurre”, dijo.
El uso “prolongado” de unas instalaciones que no han sido
diseñadas para el largo plazo y “únicamente resultan admisibles como fórmula
provisional” provoca que los barracones de algunas escuelas presenten “un
importante grado de deterioro”, alertó Fernández Marugán, aludiendo a las
denuncias de padres de dos centros de la Comunidad Valenciana.
Ninguna era del colegio público Ciutat de Cremona de
Alaquàs, aunque podría haberlo sido. Abierto en 2007 en el área metropolitana de
Valencia, consiste en cuatro filas de barracones unidos por pasillos con techos
de metacrilato, un campo de futbito y un patio espartano. El centro se convirtió
en símbolo de la lucha contra la política educativa de los Gobiernos regionales
del PP, que intentaron cerrarlo. De sus aulas han salido cinco promociones que
pasaron toda su vida escolar en aulas prefabricadas. El nuevo Ejecutivo regional
ha iniciado las obras del nuevo centro pero este curso seguirán en barracones.
“No tenemos gimnasio y los actos tenemos que hacerlos en
la biblioteca. Los patios son de tierra. Imagínate cómo se ponen cuando llueve o
hace aire. En invierno en los pasillos hace un frío de narices y en verano todo
lo contrario. El termómetro que pusimos marcó una vez 47 grados”, dice el
presidente de la Asociación de Madres y Padres, Juan Carlos Ponce.
Estela Gil, presidenta de la Confederación Andaluza de
Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado por la Educación Pública, cree que
una escuela solo de barracones “desmoraliza”. “Es como transmitir a niños y
profesores que lo que hacen no es importante”, comenta Gil.
Efecto negativo
No hay estudios que vinculen estudiar en barracones en
España con un menor rendimiento escolar. El profesor de Sociología de la
Universidad Autónoma de Madrid, Jesús Rogero, señala que sí se ha constatado un
efecto negativo cuando las infraestructuras no reúnen unas condiciones mínimas,
por ejemplo por falta de espacio o porque haga excesivo frío o calor. Pero no
está claro que eso suceda en los barracones, sobre todo en los más modernos, que
suelen tener buen aislamiento y sistemas de climatización. Rogero sí considera
que los prefabricados tienen un efecto en la matrícula. “La imagen de un centro
y las infraestructuras aparecen como elementos relevantes a la hora de elegir
escuela. Y de forma indirecta, los barracones favorecen la segregación al dar
una imagen de la escuela pública asociada a recursos escasos, lo que la aleja de
las preferencias de las familias más acomodadas”, dice.
Andalucía ha reducido en seis años en 6.000 el número de
alumnos que estudian en barracones, y la Junta se ha marcado como objetivo
acabar con los restantes o reducirlos al mínimo para 2023. El Gobierno
valenciano también lo tiene como prioridad desde la anterior legislatura y desde
entonces ha reducido el número de alumnos en más de 6.000. De los 26 centros
compuestos íntegramente por barracones que la Comunidad Valenciana tenía en
2015, la mitad han sido sustituidos por edificios, y en el resto las obras ya
han empezado o han sido licitadas. En Baleares hay 2.250 alumnos en aulas
prefabricadas; en Canarias, 1.540 y en Murcia, 800, como en Castilla-La Mancha y
Aragón. En el resto de España el uso estructural de los barracones es muy raro.
Su presencia está enquistada en Cataluña, si bien el
Govern acaba de anunciar su intención de suprimir en siete años el 70%: aquellos
que Educación califica de “estructurales”. El departamento considera el resto
“temporales” y útiles para hacer frente a picos de demanda.
“La situación en Cataluña responde a la falta de
inversión brutal de la última década. La educación no ha sido una prioridad para
la Generalitat. Nos falta todo lo que no se ha ido haciendo”, afirma Manuel
Pulido, secretario general de la Federación de Educación de Comisiones Obreras
en Cataluña. Pulido añade, y en ello coincide con representantes de la comunidad
educativa de otros lugares, que el problema no se limita a las aulas
prefabricadas. “Tenemos centros en edificios que están peor. Colegios donde
padres y profesores han pedido que no les quiten los barracones porque al menos
tienen aire acondicionado, y escuelas con tejados con fribrocemento deteriorados
que suponen un problema para la salud”, asegura el dirigente de CC OO.
La inversión cayó a la mitad en la
crisis
En el periodo de 2009 a 2015, coincidiendo con los años de crisis
económica, la inversión en infraestructuras educativas cayó un 55% en el
conjunto de España, según un estudio presentado en diciembre de 2017 por el
Instituto Valenciano de Investigaciones Económica. Una caída que va en línea con
el desplome general del gasto público en toda clase de infraestructuras, que
todavía no ha recuperado su nivel anterior al inicio de la recesión.
Los barracones, señala el director del centro de investigación, Francisco Pérez,
se concentran en el Mediterráneo porque son las comunidades autónomas que han
tenido un crecimiento demográfico "más dinámico" en las últimas décadas —además
de Madrid—, y presentan, aunque con diferencias significativas entre sí, niveles
de financiación autonómica "ajustados".