Guerra Eterna
El blog de Íñigo Sáenz de
Ugarte
http://www.guerraeterna.com/ha-muerto-amal-la-nina-que-se-convirtio-en-un-simbolo-de-la-destruccion-de-yemen/
Ha muerto Amal, la niña que se convirtió en un símbolo de
la destrucción de Yemen
Publicado
el 2
noviembre 2018 por Iñigo
Sáenz de Ugarte
Su imagen apareció el domingo en
la portada de The New York Times: Amal Hussain, una niña yemení de siete
años, con un caso agudo de desnutrición, tan delgada que sólo tenía ya piel
y huesos. El artículo tenía un titular genérico en la web, “La
tragedia de la guerra de Arabia Saudí”, pero el texto y las fotos eran
excepcionalmente gráficos. Contaba la historia de la hambruna que sufre
Yemen después de varios años de guerra.
Pero la guerra no era la razón directa del penoso estado
de niños como Amal, sino el bloqueo del país por las fuerzas navales
saudíes, la destrucción de la infraestructura civil, incluida la sanitaria,
y el colapso económico del país. Por eso, el titular la llamaba “la guerra
de Arabia Saudí”. En una decisión consciente, el periódico prefería no
llamarla la guerra de Yemen, sino apuntar al principal responsable de la
devastación, que está matando de hambre a los yemeníes.

Amal Hussain murió el 26 de octubre, dos días antes de que
se publicara el reportaje. Su familia contó que había fallecido en un campo
de refugiados a unos kilómetros del hospital donde había sido atendida sin
éxito. “Tengo roto el corazón”, dijo
su madre llorando por teléfono al periodista del NYT. “Amal siempre
estaba sonriendo. Ahora estoy preocupado por los otros niños”.
Esa es la situación que viven en estos momentos un número
inmenso de familias en Yemen. Unicef calcula que hay 400.000 niños en una
situación similar a la de Amal, es decir, sufren casos graves de
desnutrición, provocada por la falta de alimentos y agua potable a lo que se
une enfermedades como la diarrea o el cólera.
La cifra real de niños amenazados por la hambruna es mucho
mayor. Entre
1,8 y 2,8 millones de niñossufren “inseguridad alimentaria”, lo que
significa que sus familias no pueden alimentarles en condiciones o malviven
con una ayuda humanitaria que es insuficiente por las dificultades para
hacerla llegar a Yemen. Cualquier mínimo percance, como una diarrea, puede
suponer la muerte.
En un país en que la mayoría de los funcionarios llevan un
par de años sin cobrar sus salarios, la situación se ha agravado en los
últimos meses por el hundimiento de la cotización de la moneda yemení. El
precio de los alimentos y del combustible ha alcanzado niveles que pocos se
pueden permitir.
El doctor que atendió a Amal en el hospital recomendó a la
familia que la trasladara a una clínica de Médicos sin Fronteras situada a
unos 20 kilómetros. En el hospital tenían que atender a otros niños que
seguían llegando. La familia no tenía dinero para llegar tan lejos y volvió
al campo de refugiados, donde Amal murió tres días más tarde.
En cierto modo, y por la gran repercusión que tiene una
portada del NYT, Amal se convirtió en un símbolo de la destrucción sufrida
por Yemen a causa de la guerra saudí. La palabra símbolo puede resultar
inapropiada en este contexto, pero es inevitable. Al verla, hay que pensar
en todos aquellos niños que han muerto allí sin recibir ayuda.
La imagen de Amal unos días antes de morir, como la de
otros niños que aparecían en el reportaje, es insoportable, pero no es muy
diferente de las que se han visto en los últimos años, sobre todo desde que
se desencadenó el primer brote de cólera. La guerra de Yemen no es un
conflicto completamente silenciado. Artículos como el de NYT han aparecido
en muchos medios de comunicación. Pero los gobiernos de EEUU y Europa han
dado vía libre a Arabia Saudí para que continuara su campaña de bombardeos
contra las milicias hutíes.
Ni siquiera en este caso se han limitado a emitir
comunicados que mostraran su gran preocupación. Los gobiernos occidentales
han continuado vendiendo el armamento a Riad que los saudíes necesitan para
seguir con los bombardeos, porque no se atreven a utilizar fuerzas de tierra
e intentar ocupar Yemen para acabar con sus enemigos. Su estrategia consiste
en seguir destruyendo el país desde el aire e impedir que reciba ayuda del
exterior.
Recientemente, el Gobierno español confirmó que daría vía
libre a 400 bombas guiadas por láser cuya venta había sido gestionada por el
Gobierno anterior. Pedro Sánchez defendió la decisión por ser la más
“responsable” a la hora de proteger los intereses económicos de España.
Todas las imágenes aparecidas en los medios de
comunicación y en los comunicados de Unicef, algunas tan terribles como la
fotografía de Amal, han tenido un efecto nulo entre aquellos que podían
tomar decisiones sobre lo que estaba ocurriendo en Yemen.
Un médico citado en el reportaje del NYT mostraba al
periodista su perplejidad por el gran impacto que ha tenido en todo el mundo
la noticia del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado
saudí de Estambul. “Estamos sorprendidos que el caso de Khashoggi haya
recibido tanta atención mientras millones de niños yemeníes están sufriendo.
A nadie le importa nada lo que pase con ellos”.
Este jueves, el Pentágono y el Departamento de Estado de
EEUU reclamaron un cese de las hostilidades en los próximos 30 días para que
se inicien negociaciones entre los bandos implicados en la guerra. Es la
primera vez que EEUU da un paso real para hacer posible el fin de la guerra,
pero no hay ninguna garantía de que sea efectivo. No se ha anunciado ningún
compromiso de sancionar al Gobierno saudí si se niega a interrumpir los
bombardeos.
Incluso si este aviso permite poner fin al conflicto, será
demasiado tarde para Amal y las 16.000 personas que han muerto desde el
inicio de esta guerra.
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