
http://www.eldiario.es/andalucia/ninas-violadas-asesinadas-franquistas-Aguaucho_0_701680403.html
Las "niñas" violadas y asesinadas por los franquistas
no están en el pozo de El Aguaucho
La búsqueda de la fosa donde en teoría habían sido
arrojadas las jóvenes andaluzas acaba con resultado negativo: no hay rastro
de sus cuerpos
Pese al trabajo arqueológico, único en España por las
dimensiones de la intervención, no hay rastro de las mujeres andaluzas
asesinadas
El caso es un ejemplo de la represión de género que
ejecutó el fascismo español durante la guerra civil y la represión de la
dictadura
Juan Miguel Baquero
29/10/2017

Trabajo arqueológico en El Aguaucho. | JUAN MIGUEL BAQUER
MEMORIA
No están en el pozo. La búsqueda de las "niñas" que
fueron violadas y asesinadas en 1936 por un grupo de franquistas ha
resultado negativa. El cortijo de El Aguaucho seguirá guardando el secreto
del destino ofrecido a las jóvenes andaluzas. Porque los asesinos cumplieron
el macabro objetivo: aplicar el terror y ocultar el crimen.
El caso es un símbolo de la represión de género y el
trato que el fascismo español aplicó a la mujer durante la guerra civil.
Pero el intento de exhumación ha resultado infructuoso. Todo, pese al
trabajo realizado, la primera vez que en España se realiza una labor
arqueológica de tales dimensiones debido a la "especial complejidad" de la
teórica sepultura y que precisaba bajar a casi 10 metros de profundidad
alrededor del pozo donde fueron arrojados supuestamente los cuerpos inertes
y mancillados.
"Esta noche hemos tenido carne fresca", gritaban los
fanáticos de Franco cuando entraron en el pueblo con la ropa interior de las
"niñas" ensartada en sus fusiles. Eran "las más nuevas" de Fuentes de
Andalucía (Sevilla). Las desapariciones forzadas son el paradigma de la
estrategia de ocultación de los crímenes.
Pablo Caballero (87 años), sobrino de Josefa
González (17 años al ser ejecutada). | JUAN MIGUEL BAQUERO
Sin rastro de las “niñas”
Ya lo advertían los agentes implicados en la
intervención: "prudencia" por la "complejidad" del caso. Caso del director
general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, Javier
Giráldez, que señalaba en declaraciones a este diario que los
"testimonios" orales han perdurado en el tiempo y nacieron "de los propios
asesinos". Ellos dijeron "que fueron vejadas, asesinadas y arrojadas a un
pozo".
Corroborar estos relatos es el fin de la "metodología
científica" con la que se afronta la exhumación de una fosa del franquismo.
"En el pozo no ha aparecido ni una sola evidencia, ni un mínimo rastro de
que estas mujeres hubieran sido arrojadas allí", en palabras de la
arqueóloga directora del proyecto de excavación, Elena
Vera.
¿Qué ha podido ocurrir? Que nunca fueran tiradas en
ese lugar es la opción más factible. Que los asesinos usaran otra zona para
cometer los crímenes y mintieran. O como dice algún testimonio: "un camión
cargado con los cuerpos de las niñas llegó al pueblo vecino de La Campana".
Quién sabe.
El dolor de los familiares de las víctimas queda
multiplicado en una situación así. "Ha sido un trago difícil", confiesa la
arqueóloga Elena Vera. "Pero hay que dejarles claro que se ha hecho todo lo
posible y que en el pozo no hay nada", certifica.
Una de las "niñas" ejecutadas por franquistas en
el cortijo de El Aguaucho. | JUAN MIGUEL BAQUERO
Represión de género
La tumba ilegal debía albergar los restos de al menos
cinco mujeres: Coral García Lora (16 años) y su hermana Josefa García Lora
(18), María Jesús Caro González (18), Joaquina Lora Muñoz (18) y María León
Becerril (22). Y era posible que otras víctimas con un final parecido:
Josefa González Miranda (17), Dolores García Lora (25, hermana de Coral y
Josefa), María Caro Caro (35) y Manuela Moreno Ayora (40).
No ha podido ser. El terrorífico crimen seguirá
impune. Al menos, la historia de las “niñas” de El Aguaucho quedará como un
significativo episodio ejemplo del terror ejercido por los franquistas
contra la mujer. De cómo usaron los cuerpos femeninos como campo de batalla.
Una tipología criminal "que pone en evidencia que hubo una represión de
género y esto se ve en el número de mujeres que hay en las exhumaciones y en
el trato especializado que los verdugos tuvieron con ellas", en palabras de
Giráldez.
Aquellas sirvientas de señoritos quedan en la
memoria. Aquellas “mujeres jornaleras” que hicieron huelga para protestar
contra el boicot de los terratenientes, que paraban la recolección de las
cosechas para sabotear a la República. Aquellas “niñas” que cosieron
banderas republicanas. Aquellas sonrisas borradas por el fascismo español.
"Me llevaba a todos sitios con ella, siempre en
brazos, me acuerdo cuando me cogía de la mano...". A Pablo Caballero
González (87 años) se le entrecorta el habla cuando habla de su tía, Josefa
González, "hermana de mi madre". Con los ojos inundados en lágrimas recuerda
cómo los asesinos hicieron "lo más malo del mundo".
"Llegar, estar comiendo ellos, y las tenían en
cueros... Lo que hacían con ellas... yo qué sé. Eso es lo que decían los más
viejos del pueblo, que se divirtieron todo lo que quisieron y luego las
mataron. Yo me he enterado de todas esas cosas. Sí, sí. Desnudas", cuenta a
este medio. Los franquista buscaron "carne fresca". Y la tuvieron. Luego
ocultaron el crimen. Para siempre.
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