Un golpe duro,
aunque esperado. Así ha recibido la Santa Sede la
publicación de informe sobre los abusos sexuales en
la diócesis de Múnich, que implica al Papa emérito,
Joseph Ratzinger,
en al menos cuatro casos de encubrimiento o mala
gestión de la pederastia clerical.
En un comunicado,
el portavoz de la Santa Sede,
Matteo Bruni, mostró su "vergüenza" ante el
estudio independiente, al que Roma dará "justa
atención" una vez lo estudie, porque "por el momento
no conoce el contenido".
Remordimiento y
cercanía a las víctimas
Y es que Roma
desea "reiterar el
sentimiento de vergüenza y el remordimiento por los
abusos sobre menores cometidos por el clero",
confirma la declaración vaticana, que insiste en que
"la Santa Sede asegura su cercanía a todas las
víctimas y confirma el camino que ha emprendido para
tutelar a los pequeños, garantizándoles espacios
seguros".
"El Vaticano considera que debe dar la justa
atención al documento (...). En los próximos días,
tras su publicación, lo podrá ver y podrá
oportunamente examinar los detalles", concluyó
Bruni.
El
documento encargado por la archidiócesis de Múnich a
un equipo de abogados, que fue presentado hoy,
atribuye a Benedicto XVI
no haber actuado al
menos en cuatro casos conocidos ocurridos
bajo su jerarquía y destaca que el pontífice alemán
ha rebatido "contundentemente" estas acusaciones.
El documento contempla casos de abusos sexuales
ocurridos en el seno de la Iglesia católica en esa
archidiócesis desde la postguerra y hasta
prácticamente la actualidad.
Ratzinger fue
arzobispo de Múnich entre 1977 y 1982,
antes de convertirse en prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe.
En dos de los casos atribuidos al periodo en que
Ratzinger estuvo al frente de esa archidiócesis, los
abusos fueron presuntamente cometidos por dos
clérigos que prestaban asistencia espiritual y
contra los cuales no se actuó en absoluto.
Sin "interés reconocible" en actuar contra los
abusos
Los responsables del informe
consideran "poco
creíble" la reacción del ahora papa emérito
rechazando esas inculpaciones y sostienen,
en cambio, que por parte de Ratzinger no hubo
"ningún interés reconocible" en actuar frente a
ellos.
Asimismo, se muestran convencidos los investigadores
de que Ratzinger tuvo conocimiento del caso del
párroco identificado como Peter H., quien en 1980
fue trasladado del obispado de Essen al de Múnich
tras haber sido acusado de pederasta y que en su
nuevo destino siguió cometiendo abusos.