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“Primero le humilló y después hizo lo que quiso con
él”, afirma el psiquiatra que trató al denunciante de abusos en un colegio
del Opus
El experto subraya que el acusado trató como un
"objeto" a su alumno y que mantuvo reuniones con él durante "cientos de
horas" a lo largo de dos cursos
Iker Rioja Andueza
09/10/2018

El profesor acusado, José María Martínez Sanz, sentado en el banquillo EFE
Durante más de dos horas, el psiquiatra del joven
que denunció haber sufrido abusos sexuales hace una década en el colegio
Gaztelueta de Leioa, masculino y vinculado al Opus Dei, ha descrito la
cárcel en que se convirtió la vida del entonces adolescente –con secuelas
que siguen hasta hoy- como consecuencia de la situación de “sometimiento”
que vivió cuando el profesor al que acusa como responsable de los hechos,
José María Martínez Sanz, fue su preceptor o tutor durante dos años. “Hay
una clara estrategia. Primero se le humilla y después puede hacerse con él
lo que se quiera. Así funcionan todas las torturas. Es un muchacho durante
dos años sometido a la llamada de su autoridad [el profesor] para que vaya
al despacho para la realización de prácticas sexuales”, ha declarado el
doctor Iñaki Viar, experto en otros casos de ‘bullying’, abusos sexuales o
incluso terrorismo, en la cuarta sesión del juicio del denominado ‘caso
Gaztelueta’, que se celebra en la Audiencia Provincial de Bizkaia.
Viar, en su relato, ha sido más específico: “Chema le
cayó de maravilla de entrada […]. Era su tutor. Le debía obediencia. Era una
imagen de horror invencible, porque por su edad [12 y 13 años cuando se
produjeron los hechos] no podía hacer la mínima resistencia. Era un muchacho
aplastado. Estaba reducido a un objeto del goce del otro, pasó a no tener
consideración humana”. También ha valorado que en dos años de tutorías los
encuentros entre el acusado y su antiguo alumno se prolongaron durante
“cientos de horas” y hasta “tres o cuatro veces” por semana en sesiones de
“cerca de una hora”.
Y, tras esas sesiones, los compañeros de clase se
“burlaban” del joven, algo que, según Viar, se debe a la “desvalorización”
de la víctima realizada por su tutor. “Los muchachos le burlan y se da el
paso de estar más o menos feliz y ser titular en el equipo de fútbol a
convertirse su vida en un infierno, solitario y aterrorizado”, ha relatado
el psiquiatra. Aún ahora, una década después, la víctima presenta problemas
de vida social, aunque el traslado de la residencia familiar de Bilbao a
Haro supuso una cierta mejoría. Sólo en 2018 ha podido iniciar la
Universidad.
En la misma línea, la psicóloga del joven, Araceli
Medrano, ha indicado que el profesor “para enmascarar” los abusos que
“hacía en la intimidad” le “ridiculizaba en clase delante de los demás”. “Es
muy importante: la misma persona que abusa de él usa la estrategia de
ridiculizarle y aislarle”, ha abundado.
En la sesión de este martes, Viar, otra psiquiatra,
Eva Sesma, y la psicóloga Medrano han rechazado con contundencia la teoría
de la defensa del acusado, que sostiene que el relato de la víctima no es
cierto y está plagado de inconsistencias. Los tres profesionales han
coincidido en que el joven fue
contando los hechos poco a poco, a su ritmo, pagando un gran precio a nivel
psicológico. Y han rechazado también que ellos o su familia le indujeran
a culpar a Martínez Sanz. “Cuando se callaba, me hacía suponer que había
ocurrido más. Pero yo no le preguntaba. Hay que tener exquisito cuidado con
las víctimas. Era como un edificio que ha recibido un terremoto”, ha
indicado Viar, que ha señalado que “de entrada sólo cuenta los tocamientos”,
incluso con términos infantiles, y que sólo al final, después de muchos años
de terapia, reveló abusos más graves e incluso una penetración –y sin
verbalizarla, por escrito-.
De hecho, Viar ha indicado que el joven vivió con su
trauma durante dos años largos y que la crisis sólo se desató cuando, una
vez abandonado Gaztelueta, excompañeros le amenazaron –incluso de muerte-
tanto por redes sociales como físicamente en la calle. La víctima verbalizó
primero el acoso escolar y más tarde fue refiriendo los abusos sexuales. La
“culpa” y la “vergüenza” han condicionado todo el proceso, según el experto,
que ha rebajado a "circunstanciales" los posibles errores o imprecisiones en
el relato. Sin embargo, la Fiscalía –que formalmente todavía reclama tres
años de cárcel para el docente- lleva desde el primer día de juicio
insistiendo en que el menor ahora mayor de edad no contó desde un inicio los
hechos en toda su extensión y gravedad.
Ni siquiera la psiquiatra contratada por la defensa
de Martínez Sanz, María José Martínez, ha podido garantizar categóricamente
que la denuncia sea una mentira. Eso sí, defiende como “hipótesis” que los
hechos relatados por la víctima sean “falsos recuerdos que se han podido ir
enriqueciendo con el paso del tiempo”. Ha aludido a “declaraciones inexactas
y contradictorias” en las distintas instancias por las que ha pasado el
caso. “La panorámica va ‘in crescendo’ y con contradicciones. Es un caso muy
complicado”, ha indicado la profesional navarra. De los cuatro
comparecientes, la única experta que cuestiona la veracidad de los abusos
sexuales es igualmente la única que no ha tratado al denunciante. La defensa
del acusado, ejercida por el letrado Eduardo Ruiz de Erenchun, argumenta que
es una manera de no “revictimizar” al joven y obligarle a volver a contar su
historia.
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