Hay asuntos que resultan
difíciles de abordar en la literatura infantil. Pero, a la vez, la
literatura infantil puede ser el mejor recurso para encararlos de manera
efectiva, con una cuidada combinación de sutileza y capacidad de
convicción. La editorial Bellaterra ha publicado 'Sola en el bosque'
('Basoan eta bakarrik' en su versión en euskera y 'Sola al bosc' en
catalán), el cuento en el que las autoras argentinas Magela Demarco y
Caru Grossi agarran al toro por los cuernos, o más bien al lobo por las
orejas, y plantean el problema del abuso sexual y la violencia en el hogar,
una cuestión «que incomoda, enoja y duele» pero que a la vez consideran
insoslayable: solo mediante la comunicación se puede detectar y desmantelar
el horror que se desarrolla en la intimidad de algunos hogares. En su tarea
han contado con el asesoramiento de psicólogos del Servicio de Salud Mental
del Hospital Materno Infantil de Entre Ríos, allá en Argentina, pero también
han manejado su conocimiento de primera mano del sufrimiento de estos niños:
ambas, Caru en la infancia y Magela en la preadolescencia, fueron víctimas
de abusos. «Aunque habíamos crecido, todavía durante algunas noches
asomaba el lobo», admiten.
El lobo, esa figura simbólica
con tanta tradición en la literatura infantil, les ha servido como
representación metafórica de tanta maldad cercana. «El mayor desafío fue
hablar del abuso sexual infantil sin nombrarlo. De ahí el recurso del
lobo humano y de la casa que, cuando todos se van a trabajar, se convierte
en un bosque oscuro y tenebroso. El texto es un tanto metafórico y apela
a la figura del lobo, que, contrariamente al clásico cuento de Caperucita,
en lugar de estar fuera del hogar se encuentra en la propia casa. La
protagonista de la historia no tomó ningún camino equivocado, ni siquiera
salió: el peligro la acecha dentro», desarrolla la periodista y escritora
Magela Demarco. Lo delicado del tema impedía incluso utilizar algunas
palabras clave, pero esa necesaria elipsis se ha compensado con las
ilustraciones de Caru Grossi: «Dicen todo lo que las palabras no podían
nombrar. De ahí el peso, el clima y la profundidad de las imágenes,
con sensaciones y percepciones de esas situaciones vividas que las dos
compartimos».
La portada y dos
ilustraciones de 'Sola en el bosque'.
Según aclara la autora, 'Sola
en el bosque' funciona «como una cebolla», con capas superpuestas que se
adaptan a los distintos niveles de madurez de los pequeños. «Según la edad,
cada niño o niña va a hacer una lectura diferente. Y según si pasó o no por
esta situación, claro. A más edad, más capacidad para bucear y profundizar.
Las niñas y los niños más pequeños se quedan con el lobo animal, no llegan a
hacer la trasposición a ese lobo humano que acecha a la niña, pero sí les
queda claro el mensaje de que, cuando alguien les hace algo que los hace
sentir mal o les genera miedo, tienen que ir a contárselo a alguien en
quien confíen». El libro va acompañado de una guía de lectura con preguntas
«que funcionan como disparadores para abordar la historia» y que entresacan
algunos conceptos importantes sugeridos por el texto: «Que el amor hace bien
y que, si algo no hace bien o hace que nos sintamos mal, no es amor;
que, si algo no les gusta o no lo quieren hacer, puedan decir no; o el tema
de los secretos, los que se pueden guardar y los que no».
«La historia funciona como
instrumento, como puente para abrir el juego y que esa niña o ese niño que
lo están padeciendo encuentren la forma de exteriorizarlo», concluye Magela,
que traslada estos propósitos de su libro a su biografía personal: «Yo hoy
tengo 44 años y ni mi madre ni mi padre me hablaban de estos temas. Y en el
colegio menos que menos. Si se hubiera hablado, tal vez habría podido
manejar de manera diferente lo que ocurrió o me habría animado a contárselo
más libremente. 'Sola en el bosque' es el libro que a mí me habría
gustado leer de chica para poder abordar estos temas, para poder charlar,
preguntar... Creo que los libros son los mejores puentes para llegar
a las niñas y los niños más pequeños». Hoy, ella misma es madre: «Sí, soy
mamá de un gordo de 9 años, la persona que más amo en la vida. Él es mi gran
maestro, la luz que iluminó, hermoseó y clarificó mi camino. Antes de que
naciera, yo solo escribía cuentos para adultos, pero después empezaron a
brotar los cuentos infantiles casi sin quererlo. Cuando escribí 'Sola en el
bosque', también pensé en la forma de transmitirle todo esto a él».