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(ver vídeos en el enlace)
EL NIÑO DE 9 AÑOS SUFRE UNA
HIDROCEFALIA
Adrián, la voz
prodigio que arrasa en YouTube con más de 6 millones de visitas

Adrián toca la caja con su hermana Sonia
Agustín Rivera 08/12/2014
Adrián te sonríe enseguida y se
quiere hacer tu amigo.
–¿Me puedo echar una foto contigo?
Un niño alegre.
Disfrutón. Tiene ganas de tocar la caja y cantar. Sobre todo, cantar.
Inquieto, nerviosillo, no para. Gesticula. El niño se sienta en los
brazos de Rafael, el padre. Toñi, la madre, llega al salón de la casa y
observa a su hijo, el protagonista de esta historia de sueños
alcanzables, talento y superación.
El niño sufre un problema
neurológico: hidrocefalia corregida con una válvula.
También una agionesia de radio. En la mano izquierda carece de este
hueso y en la derecha el radio es más pequeño de lo habitual. Lleva ya
15 operaciones en el
Hospital San Rafael de los Hermanos de San Juan de Dios de Madrid.
Hace una semana le volvieron a operar. Tiene tres agujas metidas en su
mano. Se recupera entre timbales y cante. Pura magia.
Sietemesino, con pocos días de
vida, soltó una nota musical sostenida a las cinco de
la mañana. Acababa de tomarse el biberón. No tenía hambre, ni iba a
llorar, porque Adrián no ha llorado nunca. “Hizo algo y yo le estaba
cantando en ese momento”, cuenta Toñi. Aquella noche se asustó y le
colocó, muy despacio, en la cuna, “con un poquito de miedo”.
Con sólo cuatro meses, una señora
avisó la abuela del niño:
–Señora, su nieto va cantando.
–¡Pero si tiene cuatro
meses!
–Señora, su nieto está
cantando. Si no, ya me lo dirá usted.
Y, sí, iba cantando. Y no ha
parado.
El contrato de Tele 5
Adrián Martín Vega –le llaman Adri– cumple 10 años el
28 de enero y se ha convertido en el niño prodigio de la canción. La
culpa la tiene un vídeo de YouTube donde aparece con su hermana cantando
'¡Qué bonito!', una pieza de Rosario (antiguamente Rosariyo)
que junto a su difusión en Facebook y Twitter contabiliza seis millones
de visitas. Vive en Vélez-Málaga arropado por su familia. La vida de
Adrián está a punto de convertirse en una endiablada montaña rusa que le
lanzará a la fama, la televisión (programa especial en Tele 5),
al estrellato. Él parece intuirlo; sus padres y hermanos lo saben.
“Sí,
vértigo. Y miedo porque es un niño”, admite la madre. A Rafael, que
regenta una histórica ferretería en Vélez, el pueblo/ciudad de María
Zambrano y Fernando Hierro, se le nota que no
se lo esperaban. “Es una responsabilidad tremenda. Hemos estado unos
cuantos días con miedo y la gente nos decía: "Tenéis que firmar
un contrato". Yo no sabía quién me podía orientar o asesorar.
He estado unas cuantas noches sin dormir. ¿A dónde tiro? El nene tiene
una habilidad y si hay una vía que puede vivir de ello y puede hacer lo
que le gusta… Tampoco quería cortar ni meter la pata”.
La ya tímida tarde soleada de
diciembre comienza su inevitable fuga hacia la noche. Adri quiere
hacerse más fotos. “Los ojos para arriba”, le anima el padre al niño.
“Tú ponte como si estuvieses viendo la tele”. “Di agua o patata”.
“Aguacate”, suelta el cantante. Más risas. “Todo esto nos ha pillado un
poco por sorpresa. Sabíamos que algún día iba a suceder esto, pero no
esperábamos esta escala, que nos manden mensajes desde China, Argentina,
México… Es un niño que llega a mucha gente”, anota
Rafa, su hermano, de 23 años.
La llamada del
‘Cigala’
Alejandro Sanz,
India Martínez, Diego el Cigala. Adri
recopila admiración de cantantes que quieren apoyarle. Y todo gracias a
YouTube, ese gigante de la promoción musical que catapultó a otro
malagueño,
Pablo Alborán, el creador de nostalgias futuras.
Sonia, la hermana mayor, de 29 años, voz grave, ojos grandes, cabello
negro, siempre ha canturreado “flamenquillo y eso”. Nunca en grupos
aficionados. Por culpa del miedo escénico. Entre amigos, sí. Pero cuando
la han llamado para cantar en sitios o en teatros jamás fue. “Imagínate
cuando vi que el vídeo lo había visto tantísima gente. Me iba a dar un
infarto”.
El padre recuerda al Cigala.
Y habla de Diego, como si fuera su hermano, y lo hace, sin querer, su
acento. “Hola, buenas noches. Le llamo de República Dominicana. Soy
Diego, el Cigala. Se me ha roto el corazón. Tienen a un ángel
precioso, de verdad. Me ha hecho llorar el nene. Y yo
entiendo de música. Cualquier cosa que necesitéis, no dudéis en
llamarme. Aquí me tenéis a mi disposición, me presto a grabar un disco
sin ganar nada”.
Adri pide agua. Empieza a beber.
Tose. “Papi, dale un golpecito”, pide la madre. “¿Quieres ir al cuarto
de baño?”. La hermana pequeña, María, de 17 años, de ojos claros y muy
dulce: “¡Ay, que se le ha ido el agua para el otro lado!”. Se recupera.
“¡Campeón, Adri!”, exclama María, que estudia segundo
de Bachillerato, y está sentada en un extremo del sofá blanco de piel
situado justo delante de un minipiano con el que Adri también practica.
El abecedario del
gusano
Músico innato, lo primero que le
enseñó la abuela, con la que convivió hasta los tres años, fue "María de
la O". A esa misma edad Sonia le regaló una caja de sonidos. Ahora le ha
comprado otra más grande. “Él lo que quiere es siempre música y liarla
una mijita”, abunda la hermana. El timbal es también un regalo
y ya hace diabluras con el instrumento. Lo aprende todo muy rápido, como
la canción "Noches de bohemia" que
interpretó el pasado mes de septiembre en la Feria de San Miguel de
Vélez.
No ha estudiado jamás ni cante ni
solfeo. Sus padres sí le han apuntado a las clases de percusión.
“Vaguillo para los estudios” (no se concentra ni diez minutos seguidos),
se cansa pronto, se despista. Para aprender a leer con
más fluidez le recomiendo que le lleven letras de músicas que le motiven
para la lectura. Ahora el reto es que aprenda la tabla de multiplicar
cantando. El abecedario se lo aprendió con un gusano de juguete que
canturreaba las letras. “Si no, no lo aprendía”, recuerda Sonia.
–Yo ya tengo hambre –anuncia Adri.
–Yo lo que creo es que estás
aburrido de estar tanto tiempo parado –añade Rafael.
¿Y qué canciones o grupos le
gustan al niño? “Rock and roll, flamenquito, todo”, dice de
corrido. “Lo que le pongan y se pone a bailar con cualquiera”. ¿En
inglés? También. Y lo mismo se pone a cantar esto que Rocío
Jurado o Isabel Pantoja. “Lo importante en
música es transmitir, que emocione”, señala el niño, poco amigo de los
dibujos animados por televisión y aficionado al
programa Menuda noche de Juan y Medio de
los viernes en Canal Sur TV.

Adrián
con sus padres.
Esa emoción tan
intensa provocada por Adri alcanzó un gran punto de intensidad hace un
par de Navidades en Moclinejo, un pueblo malagueño. En el bar Reyes,
Adri se levantó espontáneo. Y cantó un villancico: "Los
campanilleros". Durante 14 segundos lo reproduce en el salón de
su casa, ya fría de temperatura y con noche plena. Impresiona. Mari
Ángeles, profesora de canto para adultos, preguntó que quiénes eran los
padres y nos dijo que lo que acababa de hacer el niño no era normal. “Lo
hace con una facilidad... Me he quedado sorprendida”, confesó la
docente.
Fue el pasado
verano cuando María presentó a su hermano a la segunda edición del
concurso de talento para niños
Mamá, quiero ser un artista. Adri deslumbró con la pieza "90
minutos" (versión India Martínez) y "Lágrimas negras". Luego vino una
aparición en 101 TV, cadena de Málaga. Al niño apenas le hace falta
ensayar. Las caza al instante. Y es que su minusvalía resulta
un ejemplo para todos los niños con hidrocefalia.
“Ninguna pena”
“Hay muchos padres
que no saben hacia dónde tirar, como nosotros al principio. No sabíamos
si andaba o no, si hablaba o no. Unos días mejora y otros no. El niño
empezó a hablar con tres años y tres meses. Yo creo que es un
ejemplo para los padres que están un poco perdidos y dicen:
¿por dónde tiramos? También he visto a niños que se pasan tres pueblos y
están muy mimados. Sabemos de un caso un poco duro, de un niño que tenía
tres años y le pegaba a los padres. También los padres tienen culpa,
porque sienten pena”, explica la madre.
¿Pena por la enfermedad de Adri?
Ninguna. “Yo a este niño nunca lo he tratado así. Aquí no hay pena que
valga. Si los mimas no evolucionan. Si los envolvemos en un algodón de
azúcar, no irán bien –explica Toñi–. Hasta que no esté recuperado 100%
va ir a despacito. No tiene ningún derrame cerebral ni
está tonto perdido. Lo que tiene es como si tuviera un dolor continuo de
cabeza o un mareo; una presión en la cabeza que sólo él sabe cómo será…”
–¿Qué es la música, Adri?
–Alegría. Estoy contento.
Y canta "Tengo el corazón contento".