Niños
encerrados en 'Gran Hermano': la perversión del mercado audiovisual
La telebasura
ha encontrado un gran filón en la concentración de la derecha mediática. El
dogma del ‘todo vale’ pone a los poderes públicos en la tesitura de
vigilar e impedir la impunidad de la mercantilización de los medios en casos
como la posible vulneración de derechos de los menores de edad.
NUEVATRIBUNA.ES / ISABEL G.
CABALLERO 23.12.2009
Los medios de comunicación en España y en el mundo entero parecen cada vez más
abocados a la adulteración que supone convertir la información y el espectáculo
en un mero producto del libre mercado. La anunciada fusión
de Telecinco y Cuatro ha levantado la alarma y alumbrado un debate que debería
ir más allá de los puros intereses mercantiles de una empresa. Pero la
realidad es tajante, los medios y, en particular las televisiones, son
conglomerados empresariales que se sustentan por la publicidad y que dan a los
anunciantes la bicoca de unas audiencias por las que poco importan los medios
utilizados para liderar el share diario.
El fenómeno de ‘Gran
Hermano’, el reality show explotado por Telecinco, la cadena propiedad
de Silvio Berlusconi, es precisamente un producto de la mercantilización
de las personas. Se trata, como dice el catedrático de Sociología de la
Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Monedero, de “apelar a
la audiencia para vender más anuncios diluyendo la fibra moral de la
sociedad”. A su juicio, este tipo de formatos televisivos vulneran la dignidad
de la persona y hasta se atreve a decir que “van contra la propia Constitución”,
pero “si ya lo haces con niños –precisa- se está prostituyendo la educación”.
Telecinco estrena este miércoles
por la noche el programa Dejadnos solos, un especie de ‘Gran Hermano’
de niños en el que participan menores de entre 10 y 12 años recluidos durante
quince días para convivir sin ninguna tutela de los adultos. Aunque es cierto
que la adaptación de este GH tiene notables diferencias con el prototipo en el
sentido de que no se emite en directo y evita la competitividad que supone
participar en un concurso con ganadores y vencidos, el hecho de poner a menores
como escaparate mediático abre la posibilidad de que se vulneren sus derechos.
“Lo mismo ocurre con niñas en las pasarelas de modelos. ¿Por qué no ponen
niños fumando o bebiendo alcohol?, generaría más morbo”, señala Monedero
entre irónico e indignado.
“Dejadnos solos” ha emulado otros programas emitidos en Gran Bretaña y EEUU
donde los protagonistas también eran niños. A raíz de la emisión de los
mismos se generaron muchas quejas y denuncias. Pese a ello, Telecinco ha
obtenido el visto bueno de la Fiscalía de Menores de la Comunidad de Madrid,
pero también del Colegio Oficial de Psicólogos y del Defensor del Menor, pese
a que su responsable Arturo Canalda ha mostrado públicamente su rechazo
a que los menores participen en este tipo de formatos “discutibles y polémicos”.
Como no podía ser de otra manera, se ha contado con la autorización de los
padres, si bien muchas voces cuestionan un consentimiento que se traduce en la
simple firma de un contrato entre los tutores del menor y la productora del
programa.
La asociación Prodeni, por la defensa de los derechos del niño, ha sido una de
las primeras organizaciones que han mostrado su recelo a este nuevo experimento
televisivo. Para su portavoz, José Luis Calvo, lo que se está
produciendo es una “continua irrupción en la televisión de los niños como
objeto de consumo”, en la televisión y en la publicidad, pero también en el
mundo del espectáculo, del arte, del deporte…
En su opinión, es necesario cubrir el vacío legal existente en torno a los
derechos de los menores y a la explotación de los niños que no se encuentra
regulado por el actual marco legal.
“Los niños están siendo utilizados. Han encontrado en ellos un filón económico.
Lo solapan con principios educativos, participativos y artísticos para darle
una envoltura comestible a algo cuyo contenido no es digerible”, afirma Calvo.
La complejidad del asunto reside en que, suponiendo que no se vulnere la
legalidad, ética y socialmente sí es cuestionable que los menores se
conviertan en mercancía televisiva. “Lo que se tiene que regular es en qué
circunstancias no se puede utilizar a los niños”, señala el portavoz de la
Asociación Prodeni. Y quien tiene que hacerlo es el Estado que es el que vela
por el cumplimiento de la Constitución.
Porque ya no se trata de apelar a la responsabilidad de los medios por cuanto éstos
persiguen los mismos fines que el del resto de empresas, esto es, hacer negocio,
sino de que se pongan límites a aquellos que como creadores de opinión juegan
un importante papel en la ideologización de las sociedades. Para algunas, la
ecuación es clara: a menos pluralismo informativo más telebasura.
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