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22/12/2007 Hace 20 años inició PRODENI su
andadura como ONG en defensa de los derechos de niños y niñas, dos años antes
de la firma en Nueva York de la Convención de los Derechos del Niño y ocho
antes de la Ley Orgánica de Protección Jurídica del Menor de reforma de
nuestro sistema legal en materia de derechos del niño. Estos veinte años de
experiencia y de lucha nos van a permitir hacer la siguiente reflexión: ¿Estaba
preparada la sociedad, la clase política, el sistema educativo, el aparato
judicial… para asumir que el niño / niña dejaba de ser propiedad de los
padres y de ser objeto (no sujeto) de protección social… Por lo mismo ¿ Se
estaba en disposición de aceptar la nueva concepción de niño / niña
“persona sujeto de derechos”, que, entre otros, implicaba el de ser oído,
la prevalencia de su “interés superior”, el derecho a participar y
corresponsabilizarse en todos los ámbitos de su existencia (familia, escuela,
salud, justicia…) Siguiendo con las preguntas: ¿Podría
una concepción del niño /niña altamente revolucionaria llegar a impregnar el
orbe ciudadano e institucional sin una acción igualmente revolucionaria de
profundos cambios en la educación,
apoyo a la familia, especial atención en los ámbitos judiciales /
protección, formación de profesionales y jueces, de aplicación de políticas
integrales de infancia -municipales y autonómicas- de limitación y control del
poder de unos medios (TV, por ejemplo) de
cuidado y vigilancia en el uso de las nuevas tecnologías…? La realidad actual
habla por si sola. Y es que la nueva concepción de
derechos del niño se ha quedado en una mera promulgación de normativa legal,
en muchos casos invalidante al ser interpretada y aplicada por quienes no habían
adquirido la debida formación ni habían reciclado los estilos y los conceptos
de una vieja visión -por lo tanto conservadora- de los derechos de niños y niñas,
sin hablar, por supuesto, de los recursos de apoyo a la infancia y a la familia,
siempre escasos y cicateros. Ahora bien ¿A qué podemos achacar
ese desinterés de la clase política y de las instituciones y, por
consiguiente, apatía social? ¿A la ineptitud y a la insensibilidad de quienes
nos gobernaban y gobiernan? Convengamos que al margen de que en más de una
ocasión algunos gobiernos y responsables políticos hayan dado seria muestra de
ineptitud y de insensibilidad, habrá que pensar en el papel jugado por el
neoliberalismo o mercado capitalista de última generación que es quien
realmente nos gobierna en un mundo de negocios globalizado, al margen de las
urnas, que dirige nuestros destinos, que señala las metas de nuestra felicidad
por el consumo, y, en definitiva, coarta los derechos a unas relaciones sociales
basadas en la solidaridad y la cooperación entre los individuos y los pueblos,
poniendo trabas a los propios derechos del niño. Claro que también habrá que
pensar en otros factores como la presencia de los fundamentalismos religiosos,
la cultura de guerra, de explotación del mundo desarrollado sobre gran parte
del planeta, la crisis de la inmigración, la crisis ambiental… Ante semejante panorama ¿Podemos
esperar que la televisión deje de programar contenidos basura y fomente el
respeto, la educación y la cultura? ¿Que los gobiernos controlen el consumo
hacia los niños y niñas e impidan la perversa incitación al mismo por parte
de las empresas e intereses económicos que lo dirigen? ¿Qué se acabe la
violencia y el acoso escolar? ¿Qué deje de incrementarse la delincuencia
juvenil? ¿Qué jóvenes parejas dejen de separarse con graves conflictos en la
disputa de los hijos? ¿Qué la droga y el alcohol dejen de ser el azote de
nuestra juventud? ¿Qué desciendan las cifras del maltrato y las muertes de
seres inocentes? ¿Qué descienda el alto fracaso escolar en Educación? ¿Qué
el sistema judicial deje de ser un sistema maltratador para tantos niños y niñas
que desgraciadamente pasan por sus manos – ejemplos: “Diego, el niño de El
Royo”, “Piedad, en Canarias”?
¿Qué los sistemas de protección de menores dejen de ser mundos opacos
en derechos? ¿Qué descienda el número de casos de hijos violentos contra sus
padres? ¿Qué tantos adolescentes dejen de perderse en el uso de las nuevas
tecnologías? Y así sucesivamente. Ante este preocupante panorama debe
sonar a delirio que proclamemos el derecho de los niños y niñas a que se les
escuche, a que se les permita educarse en el aprendizaje de la solidaridad, de
la participación, de la lucha por el cambio climático, por el cambio social,
por la supervivencia de la especie y de las demás especies… puesto que el
entorno socio – político no lo favorece. Y, sin embargo, lo proclamamos
porque Veinte años después de su fundación en 1987, la asociación PRODENI se
siente más libre y más comprometida que nunca con los niños y niñas, uniéndose
al clamor universal de que otro mundo es posible, por una cuestión de
solidaridad y de supervivencia, pues un siglo XXI sin derechos humanos y sin
derechos del niño no superará los grandes retos que se le presentan. Otro apunte para la reflexión: “Corregir razonable y
moderadamente a los hijos” permanece en el Código Civil justificando el
castigo físico de los padres a los niños hasta los límites que los jueces
estimen. El Congreso, al aprobar la Ley de Adopción Internacional acaba de
sustituirlo por: “el respeto a su integridad física y psicológica”
para evitar el castigo físico, algo que Naciones Unidas había solicitado en
numerosas ocasiones. Pero no le pareció bien a los grupos PNV, CIU, Coalición
Canaria y PP que lo enmendaron en el Senado para que nada cambie respecto al
derecho de los padres a usar el cachete, la bofetada… puerta abierta a ese
flexible margen de interpretación que aplican muchos jueces respecto a cuanto
de corrección o cuanto de maltrato supone el castigo físico a los hijos, y que
da pie a que en la familia se puedan seguir aplicando castigos degradantes que
al resto de la sociedad se le ha prohibido, por ejemplo a los maestros…
Suprimir entonces la expresión “corregir razonable y moderadamente a los
hijos” no es dejar a los padres sin armas y recursos para educarlos. Por el
contrario, es situarlos en el camino de que la educación debe suponer un
esfuerzo, un trabajo, un estar ahí de presencia constante con los hijos y de
colaboración con la institución educativa hasta que aquellos alcancen la
suficiente madurez y autonomía. Desde la asociación PRODENI se ha pedido a los citados grupos políticos un cambio en el sentido de su voto una vez vuelva la ley al Congreso para su tramitación definitiva. ÚLTIMA HORA:
Se ha logrado. Ha sido suprimida en el Congreso. |