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Niños es una plantación de palma en Indonesia. REUTERS
LUCÍA VILLA, 30.11.2016
@Luchiva
MADRID. -Son, prácticamente,
las marcas de alimentación y productos para el hogar más grandes del mundo: AFAMSA,
ADM, Colgate-Palmolive, Elevance, Kellogg’s, Nestlé, Procter & Gamble, Reckitt
Benckiser y Unilever. Pero una
investigación de Amnistía Internacional hecha
pública este miércoles desvela que estas nueve empresas, que venden productos
tan conocidos y consumidos por todos como el helado Magnum,
la pasta de dientes Colgate,
los jabones Dove,
la sopa Knorr,
el KitKat o
el detergente Ariel,
utilizan para sus productos aceite de palma “manchado por estremecedores abusos
contra los derechos humanos”.
A pesar de que la mayoría de ellas asegura en su etiqueta que utilizan “aceite
de palma sostenible”, Amnistía ha encontrado en sus refinerías o fábricas aceite
suministrado directamente por plantaciones
de Indonesia donde se producen situaciones de explotación infantil, además
de otros abusos.
Para su
investigación, la organización de Derechos Humanos ha hablado con 120
trabajadores de varias
plantaciones de palma que abastecen a la empresa agroalimentaria Wilmar, el
mayor productor de este tipo de aceite del mundo. Entre otras situaciones,
Amnistía ha detectado a niños
de ocho años que no acuden a la escuela para realizar un trabajo físico duro
y peligroso; mujeres que cobran sólo 2,5 dólares al día sin pensión ni
seguro de enfermedad; trabajadores con lesiones por el paraquat, una
sustancia química tóxica utilizada en las plantaciones a pesar de estar
prohibida por la UE y la propia Wilmar; larguísimas jornadas de trabajo
físico para “cumplir objetivos absurdamente altos” o personas trabajando al
aire libre sin equipos de seguridad adecuados pese al riesgo de sufrir daños
respiratorios.
“No voy a
la escuela. [...] Transporto yo mismo la bolsa con los frutos sueltos pero
sólo puedo llevarla medio llena. Es difícil transportarla, pesa mucho. Lo
hago también bajo la lluvia pero es difícil. [...] Tengo
las manos doloridas, y me duele todo el cuerpo”, asegura un menor de 10
años que se levanta a las 6 de la mañana para trabajar seis horas diarias
para un proveedor de Wilma
(Vídeo en la noticia)
Las empresas
antes mencionadas fueron consultadas por Amnistía Internacional, aunque sus
respuestas fueron poco claras. Siete reconocieron
que compran aceite de palma procedente de las actividades de Wilmar en
Indonesia, aunque sólo dos, Kellogg’s y Reckitt Benckiser, detallaron cuáles
de sus productos podrían estar afectados, según una lista que les facilitó
la organización. Colgate y Nestlé dijeron que ninguno de los productos de la
lista contenía aceite de palma de Wilmar, pero no señalaron cuáles sí.
Unilever y Procter & Gamble, que no quisieron responder sobre las refinerías
concretas de las que se abastecen, no corrigieron la lista, y las otras tres
ofrecieron respuestas imprecisas o ni siquiera contestaron.
Aún así,
señala Amnistía, ninguna
de las empresas negó que los abusos tuvieran lugar, ni aportó ejemplos
de medidas adoptadas al respecto.
“Los abusos
descubiertos no son incidentes aislados sino hechos sistémicos y una
consecuencia predecible de la práctica empresarial de Wilmar. Algo no está
bien cuando nueve
empresas que tuvieron unos ingresos conjuntos de 325.000 millones de
dólares en 2015 no pueden tomar medidas para abordar el atroz trato que
reciben las personas que trabajan en la producción de aceite de palma, que
además ganan una miseria”, señala Meghna Abraham, investigadora principal de
Amnistía Internacional.
La trampa de lo “sostenible”
Tras los escándalos medioambientales que se destaparon con los cultivos de
palma, que están
destruyendo las selvas tropicales indonesias y
sus especies, en 2004 se creó la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma
Sostenible, un organismo que integra a diferentes empresas del sector y que
en teoría, debe velar
por que se respeten los derechos laborales y
de las comunidades indígenas, así como garantizar que no se ocupen zonas de
elevado valor medioambiental, que no se amenace la biodiversidad del lugar y
promover prácticas agrícolas más limpias.
Ocho de las nueve empresas denunciadas
por Amnistía Internacional forman parte de esa Mesa Redonda y,
según la organización, tres de los cinco palmicultores que investigó en
Indonesia están certificados como productores de aceite “sostenible” por ese
mismo organismo.
“Este informe muestra con claridad que las empresas han utilizado la Mesa
Redonda a
modo de escudo para desviar un mayor escrutinio. Nuestra investigación
reveló que esas empresas tienen políticas firmes sobre el papel, pero
ninguna pudo demostrar que hubiera identificado riesgos obvios de abusos en
la cadena de suministro de Wilmar”, ha afirmado Seema Joshi, responsable de
Empresas y Derechos Humanos de la ONG.
La organización ha pedido a las empresas que
digan a los consumidores qué productos contienen aceite de palmaderivado
de esos cultivos y al gobierno de Indonesia que mejore la aplicación de la
ley –que ya prohíbe estas prácticas- y que investigue los abusos
denunciados.
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