PRODENI

Ir a la Página principal

 

 
REMITIDO DESDE CANARIAS POR LA ASOCIACIÓN DENIPER:

 

S O L E D A D

Menor de 9 años, fue dada en acogimiento a sus tíos paternos cuando tenía dos años. Durante estos siete años de acogimiento de Soledad, la madre la visitaba dos horas a la semana, y el padre la tenía en su compañía todos los fines de semana junto a su abuela paterna.

Hace dos años la madre pidió que Soledad viviera con ella, con su actual pareja, total desconocido para Soledad,  y con otro hijo de la madre, igualmente desconocido. Se acordó un periodo de adaptación previo de Soledad para su nueva vida, ya que Soledad nunca pernoctó con ella en estos 7 años, solo una vez en que la menor fue insultada e increpada por su medio hermano. Soledad regresó al domicilio de sus tíos con una crisis de ansiedad y vómitos, negándose a volver al domicilio de su madre. Ante el temor de la menor de ser arrancada a la fuerza de su entorno, se negó a acudir a las visitas, habiendo estado en una ocasión dos horas llorando dentro de la Dirección General, y ante la pasividad de los técnicos.

La semana pasada, y después de dos años de intento infructuoso de ampliación de visitas, y sin respetar el período de adaptación de pernoctas durante los dos meses de verano, y sin tiempo razonable antes de efectuar la entrega, ésta fue realizada a la fuerza en las dependencias de la Dirección General de Protección del Menor de S/C de Tenerife, sin haber comunicado nada a su padre, y tras tres horas de llantos y de ser presionada por parte de cuatro funcionarios, la niña fue metida a la fuerza en el vehículo de su madre. Soledad pudo hablar con sus tíos ése mismo día, pero cuando la niña les suplicaba que fueran a buscarla, la madre cortó la comunicación.

Desde entonces ni el padre de Soledad ni sus tíos, ni su primo, con quien ha convivido toda la vida, pueden comunicar con ella, ni asistir al Campamento de Verano que terminaba el 31 julio, ni continuar con sus clases de baile, ni presentarse a la elección de Reina Infantil, ni disfrutar de las vacaciones que tenía previstas.               

¿DÓNDE ESTA EL SUPREMO INTERÉS DEL MENOR?

 ¿DONDE ESTAN SUS DERECHOS?

¿DÓNDE LOS DERECHOS DE LOS PADRES BIOLÓGICOS?

 ¿DÓNDE LOS DERECHOS DE LOS ACOGENTES?

 ¿DONDE ESTÁ EL CUMPLIMIENTO DE LA DECLARACION DE LOS DERECHOS DEL NIÑO?

* LOS NIÑOS NO SON PROPIEDAD DE NADIE: NI DE LOS PADRES, NI DE LA DIRECCION GENERAL, SON SERES ESPECIALMENTE VULNERABLES TITULARES DE SUS PROPIOS DERECHOS.

NO AL MALTRATO INSTITUCIONAL


 


NOTA de Prodeni:
 

En este comunicado no se dice, pero cabe entender, que la drástica decisión de esa Dirección General habrá sido recurrida en urgencia ante la autoridad judicial correspondiente, aunque en este tipo de sucesos a veces lo que se entiende no siempre se corresponde con lo real. Por lo demás, un acto más de salvajismo institucional. Hace tiempo que en Prodeni hablamos más de "maldad institucional" que de "maltrato institucional", en particular en los sistemas de Protección de Menores. H. Arendt respecto a la época nazi habla de "la banalidad del mal" para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos y sin importarles el daño de su acción en otros seres humanos. Son burócratas que no logran entender las críticas o condenas de los demás y creen que lo que hacen es lo mejor bajo esa condición de agentes carentes de sentimientos.    
 

 


EN WIKIPEDIA

Banalidad del mal

La expresión banalidad del mal fue acuñada por Hannah Arendt (1906-1975), teórica política alemana, en su libro Eichmann en Jerusalén, cuyo subtítulo es Un informe sobre la banalidad del mal. En la actualidad la frase es utilizada para describir el mal como algo que no nace del individuo, sino de las circunstancias. Por ejemplo, si un policía mata a alguien para defender a una autoridad, no comete un "mal" acto, sino que es un funcionario eficiente.

Los antecedentes de la frase

En 1961, en Israel, se inicia el juicio a Adolf Eichmann por genocidio contra el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial. El juicio estuvo envuelto en una gran polémica y muchas controversias. Casi todos los periódicos del mundo enviaron periodistas para cubrir las sesiones, que fueron realizadas de forma pública por el gobierno israelí.

Además de crímenes contra el pueblo judío, Eichmann fue acusado de crímenes contra la humanidad y de pertenecer a un grupo organizado con fines criminales. Eichmann fue condenado por todos estos crímenes y ahorcado en 1962, en las proximidades de Tel Aviv.

Una de las corresponsales presentes en el juicio, como enviada de la revista The New Yorker, era Hannah Arendt.

El libro

En 1963, basándose en sus reportajes del juicio y sobre todo su conocimiento filosófico-político, Arendt escribió un libro que tituló Eichmann en Jerusalén. En él, describe no solamente el desarrollo de las sesiones, sino que hace un análisis del «individuo Eichmann».

Según Arendt, Adolf Eichmann no poseía una trayectoria o características antisemitas y no presentaba los rasgos de una persona con carácter retorcido o mentalmente enferma. Actuó como actuó simplemente por deseo de ascender en su carrera profesional y sus actos fueron un resultado del cumplimiento de órdenes de superiores. Era un simple burócrata que cumplía órdenes sin reflexionar sobre sus consecuencias. Para Eichmann, todo era realizado con celo y eficiencia, y no había en él un sentimiento de «bien» o «mal» en sus actos.

In diesen letzten Minuten war es, als zöge Eichmann selbst das Fazit der langen Lektion in Sachen menschlicher Verruchtheit, der wir beigewohnt hatten - das Fazit von der furchtbaren »Banalität des Bösen«, vor der das Wort versagt und an der das Denken scheitert. Fue como si en aquellos últimos minutos [Eichmann] resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes.
Arendt, Eichmann en Jerusalén1

La frase

Para Arendt, Eichmann no era el «monstruo», el «pozo de maldad» que era considerado por la mayor parte de la prensa. Los actos de Eichmann no eran disculpables, ni él inocente, pero estos actos no fueron realizados porque Eichmann estuviese dotado de una inmensa capacidad para la crueldad, sino por ser un burócrata, un operario dentro de un sistema basado en los actos de exterminio.

Sobre este análisis Arendt acuñó la expresión «banalidad del mal» para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos. No se preocupan por las consecuencias de sus actos, sólo por el cumplimiento de las órdenes. La tortura, la ejecución de seres humanos o la práctica de actos «malvados» no son considerados a partir de sus efectos o de su resultado final, con tal que las órdenes para ejecutarlos provengan de estamentos superiores.

Hannah Arendt discurre sobre la complejidad de la condición humana y alerta de que es necesario estar siempre atento a lo que llamó la «banalidad del mal» y evitar que ocurra.

Hoy la frase es utilizada con un significado universal para describir el comportamiento de algunos personajes históricos que cometieron actos de extrema crueldad y sin ninguna compasión para con otros seres humanos, para los que no se han encontrado traumas o cualquier desvío de la personalidad que justificaran sus actos. En resumen: eran «personas normales», a pesar de los actos que cometieron.

Crítica

El concepto de la «banalidad del mal» ha sido criticado por varios intelectuales y analistas, sobre todo en Israel. Sobre todo, la expresión «banalidad» en relación a un asesino en masa fue atacada desde diferentes frentes, entre otros también por Hans Jonas. Raul Hilberg también criticó la idea de la «banalidad del mal».2

Por ejemplo, en un artículo en la revista británica de psicología The Psychologist, S. Alexander Haslam y Stephen D. Reicher argumentaban que los crímenes a la escala con que Eichmann los realizó no pueden ser cometidos por «personas corrientes». Las personas que cometen ese tipo de crímenes «se identifican activamente con grupos cuya ideología justifica y condona la opresión y destrucción de otros». Es decir, saben que están cometiendo un crimen, pero simplemente encuentran un modo de justificarlo.3

Otros autores como Maximiliano Korstanje enfatizan en las limitaciones de Arendt en la forma en que funciona el temor político. Estas incongruencias la llevaron involuntariamente a considerar al mal desde una perspectiva trivial. Las personas pueden cometer crímenes horrendos simplemente cuando manipulan el discurso ético de una época. Personas como Eichmann, incluso, voluntariamente pueden pensar que están siendo parte de algo bueno, excepcional que se sustenta por un profundo quiebre histórico que transforma la frustración en narcisismo. Empero ello no autoriza a hablar de "banalidad del mal", sino de una inclinación voluntaria. No obstante, la crítica sobre Arendt no ha sido del todo fundada. Por lo pronto, ella ha proporcionado una guía útil para comprender por qué el hombre renuncia a su capacidad crítica (libertad). Eichmann es enjuiciado en Jerusalem no por sus crímenes, sino para solventar un discurso superficial que lo condena; esta superficialidad no es monopolio de un sistema político sino se encuentra presente incluso en las democracias. El miedo, y no la banalidad del mal, hace que el hombre renuncie a su voluntad crítica; empero es importante no perder de vista que en ese acto el sujeto sigue siendo éticamente responsable de su renuncia.4

Influencia posterior

El experimento de Milgram, realizado por Stanley Milgram, y el experimento de la cárcel de Stanford parecen confirmar la tesis de Arendt. Milgram se apoyó en el concepto de la «banalidad del mal» para explicar sus resultados de sumisión a la autoridad.

Rony Brauman y Eyal Sivan han realizado una película basándose en los archivos del proceso a Eichmann, titulado Un especialista, y un libro, titulado Elogio de la desobediencia, prolongando su reflexión sobre la sumisión a la autoridad como instrumento de la barbarie en los conflictos contemporáneos.

Referencias

  1. Eichmann en Jerusalén, Barcelona 1999, pág 368, traducción del inglés de Carlos Ribalta; original alemán: Eichmann in Jerusalem. Ein Bericht von der Banalität des Bösen. Múnich 1986, pág. 371.
  2. Eichmann war nicht banal (Eichmann no era banal), Die Welt, 28 de agosto de 1999
  3. "Questioning the banality of evil", The Psychologist, vol. 21 (enero de 2008). Enlace consultado el 15 de febrero de 2009.
  4. Korstanje, M. 2010. "Corey Robin : el miedo historia de una idea política". Revista de Filosofía Dianoia. Vol 55 (65), pp. 249-258

Bibliografía

  • Hannah Arendt, Eichman in Jerusalem : A Report on the Banality of Evil, New York, The Vinking Press, 1963

Enlaces externos